Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Las verdades con b a mi no me valen.

Se frota las manos en sinónimo de frío y mueve los pies cual muñequita de marfil. Se sienta a la orilla del rio y sonríe cantarina a los pájaros mañaneros que le dan la bienvenida. El agua corre y algún que otro pececillo salta animado a contra corriente. Se recoge el pelo en una larga trenza mal hecha y descarga la mochila un tanto alejada para que el caudal no llegue a ella y la moje, a pesar de que el rocío ya se ha posado en su superficie. Los zapatos también los aparta, y la bufanda y la chaqueta. Después se lava a duras penas tiritando entre gota y gota que roza su estructura.
Tras un rato de escalofríos a conseguido entrar en calor, al sol de la mañana bajo el puente. Ve todos los grafitis que los jóvenes borrachos dejan cada noche e intenta entender su significado, finalmente se da por vencida y deja de pensar en ellos, disfrutando de la luz que calienta su cuerpo poco a poco.
La sonrisa de la cara se le borra al apreciar que alguien anónimo rebusca entre su escaso equipaje. Se levanta corriendo y llega hasta el lugar en el cual el ladrón sigue hurtando. No la ha oído llegar, ni se ha 
percatado de su presencia.

-                                       -HE TU- le grita empujándolo a un lado y agarrando sus cosas con desesperación.

Ella mira la cara del ladrón para saber a qué tipo de alimaña se enfrenta. Su sorpresa es mayor cuando la cara de ambos es poética. Es uno de esos chavales que con el espray pintan las alcantarillas.

-          ¿Qué intentabas hacer?- pregunta en un susurro inaudible.
-          Solo buscaba…- se rasca la cabeza, es una situación incómoda.
-          ¿Buscar? Venga, no me lo trago…- dice sarcástica apoyándose en la risa nerviosa.
-          Te lo juro…- dice, aunque tan poco convincente que ella se da la vuelta y vuelve  a su rinconcito al sol.
-          ¡ES VERDAD!- le grita- ¡YO NO SOY UN LADRÓN!- se escusa.
-          Si claro…- susurra, pero eso él no lo ha oído.

El chaval agarra el espray de su bolsillo y en un bloque de cemento justo en frente de ella escribe en tinta negra y con letras grandes.

“ES BERDAD”

Ella ríe, como no ha reído nunca. Las disculpas del chico no le valen, desde luego que no, las disculpas del chico, son tan erróneas como un “haber” sin h.
-          ¿De qué te ríes?- inquiere él, curioso.
-          Las verdades con b, no me valen.
-          Yo… yo no sé escribir.
-          Yo te enseño. – segura dice poniéndose en pie.
-          ¿Qué?
Ella sonríe, coge la mano del chaval y agarra a su vez el espray.
“AVRIL”
Logra poner en letras enormes por el cemento mojado de rocío.
-               -¿Ese es tu nombre?
-               -¿Cuál es el tuyo?
-               -Axel .
Y a continuación ella corre a poner debajo de su nombre el del chaval, si cabe, más grande aún. Después con pequeños saltitos vuelve al lado del joven para ver con perspectiva su obra de arte y asiente orgullosa.

-              -Las lenguas cambian, las reglas de escritura, todo cambia, todo menos tu nombre. Apréndete pues solo eso que es lo único que necesitamos para crecer. 


Solo importa eso, 
la estructura de yeso, 
el graffiti del beso, 
las miradas de travieso. 
Y para mi hueso
 impreso
solo soy un preso, 
de este suceso. 
-Ayúdame a escapar, de esta monotonía maldita-


a day like any other




Click Clack, click clack…

Hacen mis tacones contra el parqué de mi casa. Mi mano firme agarra el pomo de la puerta y salgo, quiero respirar, así, aire, aunque sea contaminado, solo eso, aire.
El fuego del mechero enciende mi cigarrillo y con una sonrisa en la cara aspiro humo y expulso ideas mientras mis tacones siguen haciendo…

… Click, clack, click, clack…

Ando, calle arriba calle abajo, tiendas, personas, animales, cosas, lo miro todo y observo poco, quiero quedarme con lo mejor de cada cosa, acordarme de los pequeños detalles de éste mi día a día. Continúo con mi expedición en busca de algo que ni yo he pensado. La gente no se para a mirarme, esta es una ciudad con demasiados problemas existenciales como para que se fijen en mí. Paso por un parque y hay un chico que sí se ha fijado en mí. Ahora mis tacones hacen…

….Clock, clack, clock, clack….

Se ha pegado un chicle en mi tacón. Me acerco al banco del chico que me sigue mirando y me siento. Me quito el zapato y lo observo, el tacón tiene un chicle amarillo. Alargo mis dedos y lo despego con asco tirándolo después al suelo con una mueca de repugnancia en mi cara. El chico me sigue mirando curioso. Me levanto y sigo andando, pero antes de doblar la calle vuelvo la vista y le miro con una sonrisa en la cara. Después sigo por la calle, ya tengo algo que recordar, a ese chico que seguramente no volveré a ver en mi vida. Y mis tacones vuelven a hacer…

…Click, clack, click, clack.




I beg you



 Por favor.

<<Te pido que no me cortes las alas, si ya sé, parece una frase hecha, de esas que recuerdas gracias a una canción, pero es verdad, te lo juro.
No me arranques este puro corazón obligándome esposada a trabajar para tu absurdo negocio de sonrisas robadas.
Te lo suplico, de rodillas, besándote los pies si hace falta, te lo estoy pidiendo, no me encierres, déjame volar, solo soy un estorbo, no valgo para nada, si me sueltas moriré, te lo aseguro, le harás un favor a este mundo quitándole un peso de encima como yo.
Solo eso, solo te pido que me abras la puerta y que me dejes irme, no te pido nada… ni víveres para comer, nada.
Por favor… Por favor… solo eso… irme de aquí… por favor… >>

Sigo aquí, encadenada, no me he ido y no creo que lo haga nunca, no me dejara irme.


Firmado: La mariposa. 

In the end.




Pum.
Un disparo atraviesa su cabeza de sien a sien. La sangre salta y a cámara lenta se aprecia la cara de dolor que se le queda.

Pum.
Con temblor, con miedo, el pie derecho decide dar el paso y salta. Cincuenta pisos más abajo, unos segundos después su cuerpo arremete contra el suelo.

Pum.
Empuja el respaldo de la silla con el pié izquierdo. La silla se vuelca y al instante la cuerda se cierra sobre su garganta cerrando el aire, en un segundo su corazón se para.

Pum.
La mano se acerca a la boca y descarga ahí las pastillas. Se las traga. Primero algunos mareos, después un suelo frió que guarda el cadáver.

Pum.
El tren viene por la derecha, a pesar de que éste pita fuerte indicándole que se aparte. Pero no hace caso y espera el momento adecuado, el instante, el segundo en el que salta al centro de las vías.

Pum.
Hay miles de formas de quitarse la vida, de abandonar este absurdo planeta.
Pero la peor de todas, es olvidarse de uno mismo. 

Un poquito de mí.


 Hola, a secas, sin exclamaciones, ni besos, ni abrazos, solo eso, Hola.
No sé cómo hacer este manual, principalmente, porque ni yo misma se como soy, además nadie se ha interesado nunca en conocerme como para que me pueda ayudar en esto.
Allá voy.
Soy soñadora, a veces más de lo conveniente.
Soy de esas personas que en las disputas, se quedan calladas y esperan a que el otro termine, cuando es así, me voy. No soy muy cariñosa ni amable.
Cuando hablo es para decir lo que pienso, si no es así, me quedo callada.
No tengo un estilo definido.
Me gusta agradar a aquellos que me han prestado ayuda alguna vez.
No me sé explicar.
Para mí, siempre llevo la razón, aunque a veces ceda por la cabezonería de los demás.
Odio a la sociedad.
Soy atea, no creo en nada, solo en mí misma.
Tengo la tentación de confiar en los de mí alrededor, lo malo, es que luego me fallan.
Soy de esas personas que hablan mal de la gente a sus espaldas, lo acepto.
Me gusta caminar sola por la calle, sin música ni hostias.
Conozco a la gente que me rodea.
Siempre me entero de todo.
Se me da muy bien mentir.
Aprendo rápido.
No le tengo miedo a la muerte, si no al sufrimiento.
Soy cobarde.
Me duelen muchas cosas que luego nunca digo.
He aprendido a no depender de las personas, luego estas se van.
Pienso muchas cosas pero no digo ninguna.
Soy de esas que hablan y después piensan.
De las que no se arrepienten de sus errores.
Creo en el destino, pero no en la suerte.
Tengo muchas metas.
Hago demasiado caso a lo que los demás piensan y poco caso a lo que yo pienso.
Me importan los demás, pero no lo demuestro a menudo.
Las muertes no me afectan, al menos no que yo note.
Mi pasado no me pesa.
Nunca lloro.
Soy de esas a las que juzgan sin conocer, y después de conocerme se callan y agachan la cabeza.
Me gusta observar.
Siempre dibujo una sonrisa en el cristal del baño con el vaho después de darme una ducha.
A veces me molesta que la gente no me conozca.
Me agradan los pequeños detalles.
No soporto a la gente falsa a pesar de que a veces yo soy una de ellas.
Me gusta mirar mal.
Me gusta hacer el tonto.
Mi personalidad cambia según con quien esté.
Aprendo solo a base de golpes.
No me gusta dar pena.
Nadie me conoce del todo, nadie ha intentado hacerlo.
Guardo muchos secretos que algún día contaré.
Soy una persona sana, odio el alcohol, el tabaco y la droga.
Pienso mucho y actúo poco.
Realmente esto es innecesario, estúpido y sin sentido, a nadie le interesa como sea a parte de que esto no me describe ni un ápice.
Solo hay  una cosa que me gustaría…
Que alguien, me conociera, lo suficiente para saber que me pasa y porqué, alguien nuevo al que le pueda decir todo sin reparos, contárselo todo, toda la verdad y que no me mirara mal. Alguien, quien sea. 

sábado, 22 de diciembre de 2012

Sin nombre.

Las luces de la navidad alumbran las pocas ganas de pensar que me quedan y el frío congela las escasas ideas que se pasean por mi cabeza aún con miedo de salir fuera y morir congeladas.
Ya nada tiene sentido y mis pies se mueven automáticos con el temor de que si se quedan quietos ya no vuelvan a moverse más. 
Las calles se cierran a mi paso y como moisés con su grupillo de fans en la biblia, voy marcando mi propio destino, aunque realmente sé que de poco servirá. 
Por eso te pido que me dejes regalarte estos versos sin rima escritos en prosa y sin contexto alguno que no viene a cuento, por eso te pido que los escuches y los guardes en tu memoria para cuando te acuerdes de este momento o simplemente para que almacenes algo salido de este sucio y desdichado desván que es mi corazón. 
Y no son lamentos, pues los muertos no se lamentan. Y no son crónicas, pues no hay nada que contar. Y ni mucho menos es un diario pues no hay más que una sola página. Y tampoco es una carta aunque se asemeje, pues no hay ni destinatario ni remitente. Y no son palabras al azar. Definitivamente, lo que son, solo lo sabe aquel que le quiera poner nombre, hasta entonces, son anónimos.  


Solo eso, ya te puedes ir. 
Aún nos quedan palabras por decir y miedo a preguntar.

Llega un día y nada.



La luz tintinea antes de encenderse del todo. Después la habitación se muestra tal  y como la dejé, hecha una mierda.
Las sábanas se amontonan en una esquina como un nido de pájaros, sobre la mesa el correo sin leer se ha llenado de polvo y las persianas bajadas muestran ahora un aspecto más mugriento si cabe que el de antes.
Me fijo tan solo un segundo en los miles de posters que colgaban de las paredes y que han acabado tirados por el suelo y bocabajo, cubiertos de polvo. Son de grupos que en su día pensé que serían eternos y ahora ya ni me acuerdo de sus nombres, son de canciones que me parecieron perfectas, y que ahora me dan arcadas, son de momentos que pensé geniales y ahora ya ni recuerdo.
La alfombra ya no es lo que era y está llena de agujeros seguramente a causa de ratas. En todas las esquinas hay un grupo de polvo y suciedad que si soplara seguramente llenarían el ambiente de negro humo carbón.
El colchón muestra un color amarillento en el que parece que ha dormido el borracho del bar de la esquina. A los pies de ésta todavía queda intacta, la mochila llena de libros, me parece apreciar que es lo único en toda la habitación que no se ha deteriorado.  
En el techo las telarañas se acumulan y las moscas quedan atrapadas en ellas.
Ando hacia la puerta carcomida también por las termitas y hecho un último vistazo a lo que fue mi guarida de pensar hace ya mucho tiempo. Desde luego nada de lo que hay es lo que fue.
Todo se deteriora. El tiempo juega en la misma medida para todos, nadie se queda atrás. 

Y todos saben que...


Vengo de un lugar extraño, de un camino movido y de unas montañas altas y  largas, como picos de fuego.
Vengo de lugares remotos y de mapas confundidos, vengo de allá de donde tú quieras que venga, vengo de la luz y de la oscuridad.
Vengo de las miradas entre extraños, de las pisadas en caminos por hacer. Vengo de desiertos de agua y mares de arena. Vengo de las llamas del herrero.   
Vengo de bosques hechos de magia y de filosofías hechas al amor. Provengo de chispas entre armas y de gravilla de caminos cruzados.
Vengo de carreteras perdidas en el horizonte y de expresiones futuras.
Vengo de copas de los árboles como borrachos por las esquinas. Vengo de murallas extensas y pueblos perdidos.
Vengo de un todo y un nada.
Vengo de voces y gritos
Vengo de lamentos y bendiciones.
Vengo de religiones y miradas.
Vengo de ojos y bocas.
Vengo de rumor en rumor, de sonrisa en sonrisa.
Vengo como una mala enfermedad, o como una buena noticia.
Vengo de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad.
Vengo de cultura en cultura.
Vengo de persona en persona. De camino en camino.
Vengo como una conversación.
Vengo como las llamas.
Vengo como el águila al nido.
Vengo de mente en mente.
Y como vengo, me voy.



Fdo. La inspiración. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Un nudo en el estómago...


Confusión.
Un mar de confusión y angustia.
Y te paras
Y piensas.
¿Qué coño me pasa?
Y respiras.
Y no sabes nada.
Y te dices.
Qué más da, ya se me pasará.
Y sigues.
Pues sabes,
Que esto es lo que toca
Y no te queda otra. 

Se siente débil.



Abres el cajón, lo estas buscando, no puede haberse perdido. Como una loca rebuscas por todos los recovecos hasta que una punta afilada te indica que la has encontrado. La sacas, la miras como reluce y la alabas por su belleza cortante. Miras tu cara en el reflejo de su filo, apartas la mirada, no te quieres ver. Una lágrima baña el objeto y la limpias rápido. Sales del baño y entras en tu habitación. En ella te sientas al lado de la pared llena de puñetazos. Te encojes y alargas las mangas de tu camiseta para que recubran también tus manos. Agachas la cabeza y respiras cansada. Miras hacia la ventana. Después te subes la manga de la camiseta y rastreas con la mirada tu muñeca. Marcas de guerra como cuchillos se reflejan en ella. La última todavía está roja y escuece. En la otra mano se encuentra la cuchilla, amenazante y sutil a la vez. La acercas a tu muñeca y cierras los ojos. Aprietas los labios a la vez que el filo contra tu piel. Al principio solo es un simple punto, luego lo estiras haciendo un uno en números romanos sobre tu cuerpo. La sangre poco a poco se desliza marcando su propio recorrido. No quieres gritar, ni llorar. De tus ojos salen lágrimas, de dolor y de rabia. Te muerdes el labio y callas tu alma. Tiras la cuchilla al suelo y la miras con odio. Con la lengua recoges las pequeñas gotas de sangre que caen de tu muñeca. Limpias la herida con papel y dejas que cicatrice poco a poco. Te vuelves a esconder sobre ti misma y te sientes débil. Después te levantas, limpias la cuchilla y la guardas prometiéndote que no lo volverás a hacer, aunque sabes que es mentira. Tragas saliva y sientes el profundo dolor que todavía te produce el corte. Cierras los ojos y tú piensas que caes, y que nadie te va a coger abajo.  Ahora tu cuerpo se esconde de ti y ni tú misma se fiaría de si, te estás haciendo daño.  Con disimulo te apartas del mundo y deseas tan solo un momento, que alguien te eche de menos. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Definitivamente.

He dejado de verte en el mapa, he perdido tu rastro y mi dedo ya no sigue tu camino, has desaparecido, ¿será que me he olvidado de ti? Será tal vez que ya no estás ahí, que se te ha llevado el viento como si fueras humo. Será tal vez que el libro a cambiado, o que ya nadie nos escribe, será que tal vez ninguno se ve y los lazos se han roto, puede ser, que todo se haya echado a perder, o que las cenizas de lo muerto han volado en la playa por fin. Pueden ser muchas cosas y finalmente solo será que te has ido y yo he dejado que lo hagas. 

No lo pillas ¿Verdad?

Me resbala si follas o fallas. Si estudias o prefieres trabajártelas. Si odias los domingos o si cuentas por ahí que yo estaba loca por ti. Si eres victoria o fracaso. Si te sigue faltando cerebro o te sigue sobrando de ahí abajo. Si bebes para divertirte o para olvidarte. No me quedan ni canciones que recordar, ni canciones para recordarte. He aprendido la lección bien aprendida a base de palos y no me han quedado ganas de volver a verte, ni de noche, ni de mañana. Porque las ganas y la complicidad ardieron en el infierno. Y no me han quedado ganas de ti en general. Sólo una indignación que se parece a la resaca de los domingos y un poco de odio hacia todo lo que tenga que ver contigo. Nunca fui tu amiga, pero aún así, soy una de las mejores cosas que han pasado por tu vida, demasiado buena para un amante de las mentiras. Y cuando llegue el día en el que hagas un repaso de tu lista y sientas ese no se qué porque yo ya no estoy en ella, me verás a años luz de esta pesadilla.
Porque, haber si te enteras, A-DIOS. 

Y somos.

Somos como una caja de música. 
Una caja que canta y canta y parece que nunca va a terminar, pero si termina.  
Y somos lo que ya no queremos ser, convertido en contrario, y la música sale de nuestra caja y lo representa en una melodía continua que no culmina. Y sonreímos y asentimos y respetamos cada canción, porque el mundo está echo de música. Y las notas marcan la trayectoria y el pentagrama es nuestra acera. La clave es la forma en la que decidimos vivir, el compás marca como de rápido olvidamos, y el tiempo es parte de nuestro pensamiento y así poco a poco. Las alteraciones son sorpresas, para mejor o para peor y cuantas hojas tiene la obra es, cuanto hemos vivido. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Es eso, aprendizaje.

Respira ondo. ¿Cuantos problemas te llenan la cabeza? Te presionan, te hacen verlo todo negativo. Seguramente seran bastantes, la mayoria existenciales y otros con poco significado, pero al fín y al cabo, problemas.
Nacemos, un dia, de un mes, de un año, de un siglo, de un milenio, de una larga historia. Nacemos y crecemos, con nuestros más y nuestros menos, con nuestros entretenimientos. Con una familia que nos educa, que nos enseña, que nos muestra. Y ese entorno, decide de alguna manera, el camino en el que pondremos nuestros pies, el camino que seguiremos, pero ha veces, tambien nos equivocamos, nos caemos en ese camino y nos damos cuenta de que ese en concreto, no es el nuestro, al menos no por el momento, y damos la vuelta y empezamos otro, con otras ideas, con otros pensamientos, con otros motivos.
Y así, vamos creciendo, creciendo y equivocandonos. Pues realmente, de los errores es de lo único de lo que se llega a aprender. Experiencia, la experiencia son la suma de errores que has cometido y que ahora lo que hacen es hacerte mas sabio.
Y nos enfadamos, gritamos y queremos vivir, vivir sin preocupaciones, a lo loco y sin motivos aparentes. Queremos correr y que nadie nos pare, queremos caernos y levantarnos solos, queremos necesitar ayuda y que nos la den sin rechistar. Y pedimos, pedimos cosas, nos conceden unas y nos niegan otras, asi es. Y queremos saber, saber cosas, conocer y lograr metas, queremos subir a la cima y no caernos, hacer equilibrios por la cuerda y no caernos, queremos logros. Lo queremos todo,  sin dar nada a cambio, eso es. Y esperamos que lleguen, pero no es tan facil ¿No?
Y comprendemos que hay que seguir a delante, trabajando, esforzandonos, comentiendo errores, perdonando los de los demás, mostrando al mundo como eres y esforzarte por sobrevivir en esta absurda sociedad materialista. Y caminamos, corremos, paseamos por esa línea, en la que esperamos que al final aya algo maravilloso, algo que recompense todo lo perdido por el camino.
Y miramos a nuestro al rededor, intentando captarlo todo, almacenar todas las imagenes que puedas, guardarlas en tu mente.
Y disfrutamos de esos momentos.
Y seguimos, sin prisa pero sin pausa, con los pies por delante si hace falta, pero sigues.
Y te paras, te paras porque ya ves el final desde donde estás y descubres que no hay nada que merezca la pena, y te paras y respiras, y dices, ¿por qué no? y te quedas estancado, un poquito en ese punto de tu camino. Y miras atrás y ves las imagenes de todo lo vivido, te todos esos momentos, situaciones, errores, ganancias y caidas, de todo y un poco más. Y te lamentas por haberlo perdido todo por nada. Y te quejas de dolencias que no existen.
Y llegas a un punto, en el que te das cuenta, de que lo que realmente te esperaba al final, era la experiencia.
Tu propia vida, es el mismo regalo que te dan cuando la culminas.
Y después de esta pausa, sigues andando, porque ya sabes lo que hay, y realmente, te gusta. Saboreas tu vida, sonriendo al recordar y en tu cara se dibuja una sonrisa, pues sabes que es el mejor de los regalos.
Y miras a los que estan en el camino y les dices:

- No os engañeis, haceros a la idea de que, estáis aquí, en el suelo firme, y habeis venido para aprender.

Pues eso es lo que tú has visto al final, y realmente, no te descontenta.

Firmado: Esa persona que no sabe de lo que habla, pero que se lo imagina.

No desperdicies jamás el recuerdo del camino recorrido

Sigo perdida, realmente aturdida y cansada por el monotono sonido de la televisión de fondo.

.

Hoy no estoy inspirada, el café quema mi garganta y mi cuerpo duerme sobre el frío suelo del lugar.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

† Condenas.


Todos se habían ido y nadie quedaba en aquella habitación, la habían dejado a ella sola, con su Vodka y su guitarra. Conecto el amplificador y un primer acorde llenó el espacio para dejar paso al siguiente, uno detrás de otro y al final una canción.
Su pelo largo y rubio  británico contrastaba con sus ojos oscuros y tez blanca, acompañada de labios negros y sobra de ojos del mismo color. Ella tocaba su guitarra haciendo vibrar los objetos de esa casa en la que no había nadie, pronto llegaría el vecino a quejarse por el ruido, acompañado de otros tantos con las mismas pamplinas. Tenía poco tiempo y quería aprovecharlo al máximo, subió el volumen del amplificador hasta que no oyó ni sus propias palabras y rasgó con las uñas las cuerdas de metal, miles de acordes sonaban ahora a lo largo de toda la calle y los vecinos se gritaban para hacerse oír, nadie sabía que pasaba, pues la música provenía de todas partes, todos se peleaban por obtener la razón y Mía sonreía desde la habitación, sabiendo que era la causante de toda esa disputa.
La joven se dijo que ya era suficiente y dejó la guitarra a un lado, todo quedó en silencio ahí dentro. La chica bebió un par de tragos de ardiente Vodka negro y se encendió un cigarro para quemar sus ideas una vez más. Expulsó el humo con sus labios negros y bajó las persianas, la oscuridad le impidió ver su reflejo en el espejo y se durmió en el suelo con la cabeza cargada de humo, alcohol y notas.

Su música los vuelve locos, locura dañina. 

Pensamientos a piel de náufrago.

Hoy la sal sabía más, hoy el agua era más cristalina, hoy la isla aparentaba ser más de lo que realmente es. 

El náufrago de la isla 13. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Noviembre.

Un cachito de mi invierno es lo que os doy. Una pequeña parte de esas que se saborean y después te producen un grato escalofrío. Un cachito cargado de bufandas y de manos frías al calentarse con una taza de café humeante. 
Mi noviembre tiene como atrezo los árboles con una o dos hojas que luchan por quedarse amarradas y no caer al igual que sus hermanas, los paraguas negros cubiertos de pequeñas gotas y el cielo gris típico de películas de miedo, tiene como escenario mi casa y el café caliente sobre mis labios, y el público son los propios pájaros del solitario balcón de mi cuarto, con sus graznidos a voz de canto y la sinfonía de las urracas negras en tejado de la casa de enfrente.  
Este año el invierno llegó anticipadamente y el otoño le dejó paso con maestría. El frío cala los huesos antes y las gotas de lluvia son ya muy normales sobre el cristal de mi ventana. Por la noche, las nubes descansan y el cielo se abre dejando ver las estrellas. A la mañana todo se vuelve gris y ni los rayos del sol logran atravesar el espeso algodón del tejado del mundo. 


El viento y la lluvia acarician el tejado de mi casa y la sinfonía se produce en todas las habitaciones despertando al invierno de mi interior. 

Ciudades perdidas.

Salimos de una etapa y entramos en otra. Cuidad pequeña la mía. Conocemos gente, dejamos atrás a la conocida. 

Así es la vida aquí. Preocupándome por pequeñas cosas que hacen mi día a día. Sintiéndome responsable de grandes catástrofes lejos de mi hogar. En esta ciudad pequeña, los caminos se cruzan y la gente se conoce. Aquí la lluvia sabe igual en todos lados y las farolas alumbran de igual modo. En estas calles que componen mi centro el cristal es cristal y el carbón es carbón para todos, no hay diferencia. 

Y es lo que me gusta, lo quiera o no, es lo mío este lugar. Esto es parte de mí. Es el punto que finaliza la palabra <<YO.>>  pues sin ese punto nada es igual. 

Y mi ciudad, amada ciudad, lugar que cruzan las carreteras. Destino de miles de personas, partida de otras tantas. Lugar de encuentro, lugar de despedida. Es así, y yo no lo cambio. 

Realidad es que he deseado vivir en otro sitio, pero esto es lo mío quiera o no. Y aquí e nacido, y de aquí partiré para morir en otro lugar. 



pd: Amada ciudad la mía. 



Como un cubata sin hielo. Como una noche de frío en verano. Como una sonrisa en un entierro. Como sangre azul. Como un café con sal. Como una mirada de odio en un cumpleaños. Como el calor en invierno. Como un relámpago rojo. Como la soledad en una gran ciudad. Como la tristeza en una fiesta. Como un sobrio en una discoteca. Como un perro verde. Como una estrella que a dejado de lucir. Como la sonrisa de la muerte. Como un hada en un bosque en cenizas. Como el humo de un cigarro multicolor. Como la caricia de una flor marchita. Como el odio de alguien querido. Como el amor de alguien prohibido. Como un <<nosotros>> en una guerra. Como la compasión entre fusiles. Como un NO cuando todo es SI o un SI cuando todo es NO. Como mucha gente bajo el mismo efecto de la felicidad. Como un mismo sentimiento por parte de dos. Como un mechero gastado en la oscuridad. Como una llama que no alumbra. 


Así eres tú, antinatural. 
Rebusco en el baúl. Tiene que estar por aquí, no se puede haber esfumado. Lo he perdido, lo he perdido, lo tengo claro, soy un desastre. 

...

Lo encuentro, está en mis manos, es mi corazón. 

Tengo mucho que...

Mi sonrisa la cubren pequeñas gotas congeladas haciendo que los labios se me mojen y ésta parezca triste en vez de alegre. Todo sirve en este juego. Todo esta permitido. No hay reglas.

Ella me está esperando, pero yo no quiero ir. Ella me quiere llevar lejos, pero yo no quiero ir. Ella me quiere salvar de todo esto, pero yo no quiero ir. ELLA, es el arma más dañina que conozco, y el lugar es ficticio. 
Conozco los efectos, conozco mi reacción y la cara de mis padres una vez más al ver la mía. Lo conozco todo, pero todavía tengo mucho que aprender. Dejo aparte el paquete , es polvo blanco, como el azúcar glas. 

Mi puerta suena, es él, conozco el sonido de sus nudillos sobre la madera demasiado bien como para no reconocerlo. 
Entra sin obtener mi respuesta, él también me conoce muy bien. 
Sonrío tristemente y él se sienta, alejado. Ha visto el paquete, me tiene asco, ya no quiere estar aquí, se queda por cortesía o por petición de mis padres, ya no me tiene cariño, quiere huir de mí. 
Tiro el azúcar a la papelera y abro la puerta. <<Te  puedes ir, no tienes que quedarte, no hace falta, se que me odias>> digo en susurros algo cansados, algo entrecortados, con lágrimas incluidas en cada sílaba. 
Su mirada se incrusta en mi corazón y me abraza. Es un abrazo de despedida, de lástima, de esos que te dan por no decirte "me das pena", es de esos que nadie quiere recibir. 
<<Te echaré de menos>> digo ya más relajada. <<No tienes porqué>> dice cortante, indiferente. Yo le miro sin entender, me está diciendo que no le eche de menos, me está diciendo indirectamente que nunca ha sido su placer estar en mi presencia, o al menos es lo que yo percibo. <<Porque no me voy a ir>> sonríe cerrando la puerta y sentándose en mi cama. 

Tengo mucho que aprender. 
Tengo mucho que ver. 
Tengo mucho que conocer. 
Tengo mucho que decir. 
Tengo mucho que callar. 
Tengo mucho que guardar. 
Todavía tengo mucho que  hacer. 

Yo sonrío cansada, tiene mucho que enseñarme. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Pero ella es feliz.

Ella peina sus cabellos. Cabellos blancos como la nieve de las montañas, cabellos blancos que reflejan todo su mundo. Termina de acariciarlos y los convierte en una larga trenza cristalina que llega hasta la línea de su cintura.
Ella mira por la ventana y piensa en toda su vida, largos años y rápidos momentos. Ella ha vivido mucho, ella a soñado el doble y a sentido toda la gama de sentimientos en su corazón. Su alma suspira, su mente respira y su corazón palpita, una otra y por tercera vez. 
Sella sus labios con un caluroso roce de sus propias manos en un movimiento involuntario. 
Nell se siente feliz, por dentro, pues su cuerpo ya esta cansado y el aceite para los engranajes ya no funciona como antes. Las pastillas ya no revitalizan su mirada y su largo cabello pierde el brillo de su juventud, pero ella es feliz. 
Comprende que tiene que dejar hueco a nuevos seres en este planeta y cierra los ojos, quiero dejarlo todo, ella no esta triste, ella esta feliz. 
Coge la maleta, cargada de momentos de amor, momentos de ilusión, risas, suspiros, miradas graciosas, cara raras, colores de ojos y sueños esfumados en el aire como el humo del cigarrillo que se fumó por primera vez, su amor platónico, su amor duradero, su amor de niña  su amor de joven, sus amistades, sus carencias, sus pesares y sus ideas, toda su mente y un poco más esta metida en esa maleta. 
Nell respira por última vez y la maleta se esfuma complementándose con la propia piel de la anciana. 
Ella mueve la mano hacia su corazón para sentir como palpita finalmente. 
Todo queda en silencio, como cuando un tren abandona la estación y queda un vacío. Esta vez, un alma a abandonado el mundo, para viajar a otro lugar, cual tren bajo la lluvia, hacia las nubes. 
Las cenizas de lo vivido se esfumas, pero ella es feliz. 
Un corazón cansado deja de latir, pero ella es feliz. 

Pero nada.

Podría escribir una poesía, 
algo que indicara mi sentido común,
podría escribir alguna palabra bonita, 
algo que mostrara mi sonrisa al fín, 
podría mentir con alguna mirada, 
y hacerte sentir felíz, 
podría escribir un gran texto, 
mostrando mi maestría sobre el papel, 
podría reír ante la pantalla, 
para transmitir calurosos sonidos, 
podría hacer maniobras, 
de títeres viejos en una caja de cartón, 
podria abrir el telón, 
y mostrar al publico mi corazón, 
podría,
podría, 
podría, 
pero no sale nada, 
y la cascada está seca. 

Media vuelta y adiós.

Dos pasos, uno más y ya está. Lía contempla la tumba, impasible, sin restos de emoción en su delicada piel de marfíl. Y una cascada de olas caía por su espalda tapando el dibujo de la camiseta, tapando su cuerpo, escondiendo sus sentimientos. Ella no volvería a ese lugar  lo tenía claro y estaba decidido. Un último vistazo al nombre de la difunta y media vuelta para marchar.

Pero no se dan cuenta.

Ella camina con las manos frías por una calle en completo silencio. Ella camina firme, sin ningún ápice de incorrección en su aspecto. Ella observa como el vapor de su boca cuando expira y se asemeja el humo de un cigarrillo. Siente el impulso de llevarse el dedo indice y corazón a la boca, aspirar, expirar y expulsar el humo haciendo como si fumara, como cuando era pequeña, pero la chica no sigue el impulso y sigue con el semblante impasible andando por la acera de esa vacía calle. 
Se da cuenta de que está sola, se percata de la soledad propia de ella en esos mismos instantes y se dice ¿Por qué no? Deshace el nudo de la bufanda atada a su cuello y se la quita, comienza a saltar por lo largo del asfalto como cuando era niña, empieza a reír sola, sola y acompañada, sola y feliz. Quiere aparentar ser mayor, quiere hacer creer que puede con todo, tiene la intención de engañar al mundo haciéndoles creer que es mayor, pero no, ella es una niña, ella todavía quiere ver los dibujos y comer palomitas en pijama, se da cuenta, de que no es mayor y que realmente no le gusta fumar, ni vestir bien ni peinarse correctamente  ella quiere quedare con sus amigas y cotillear sobre los jóvenes de su clase, ella no quiere pintarse la cara ni aparentar lo que no es. Pero la calle gira en una esquina y la joven se coloca la bufanda, se hace el moño en lo alto de la cabeza y se retoca el maquillaje, ella vuelve a ser lo que no quiere ser, y continua su camino. 
Esta página está arrancada.

Mechero.

Una llama en la penumbra, procedente de un mechero, una llama que ilumina, el escaso espacio hueco en el que me encuentro, una llama que deja entrever sus manos y poco más, una llama que oculta nuestros rostros cegando la vista de los presentes. 
Es curioso, me digo, es realmente sorprendente, que seamos nosotros los aquí presentes los que dejemos las flores. 
La situación es distinta y no lo entiendo ni yo, el aire es extraño y respirar cuesta. No contare la historia que acarrea este momento, pues no es del todo importante, no contare lo críticamente correcto a lo que estoy haciendo ahora, no contare nada, no diré nada, estaré callada y esperare el momento de salir. Un cuento más que llega a su fin ahora. 
Y una vez más, rodeada de personas cuyo rostro no alcanzo a ver, me doy cuenta de que la muerte no es el final ni la vida el principio. Y una vez más, comprendo la cuestión que conlleva este echo, yo estoy aquí, no me eh movido, yo estoy respirando no dejaré de hacerlo. 

Son confusas estas palabras, pues mis pensamientos están de fiesta en mi cabeza y no los veo con claridad, son confusos los momentos que mi cabeza me describe para que yo los escriba. Las historias dentro de mí, se juntan y se fusionan creando situaciones sin sentido. 

Esta página la arrancaré del cuaderno en un futuro y no quedará m´s que el recuerdo de su existencia, pero no puedo esperar a vaciarme de palabras y eh de redactar estas palabras e inscribirlas en el papel para así conseguir algo de menos agobio. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Ni princesa de plástico, ni príncipe de marfil


Resulta, que no existe eso. Resulta, y no me acabo de enterar, pues ya lo sabía, que no existe eso de “Mi princesa” pues todo el mundo añora que alguien la llame princesa, y todo supuesto príncipe, está realmente marcado por el alcohol. Todo príncipe, quiere a una princesa de plástico y toda princesa quiere un príncipe de marfil, pero ninguno abre los ojos realmente, pues ni existe el príncipe de marfil ni la princesa de plástico, ni existirá nunca. Y no se quieren dar cuenta de que lo soñado, eso solo sueño, nada más. Y buscamos, y rebuscamos, pero nunca encontramos, y aquellos que lo consiguen, son grandes privilegiados, y los demás, simples del montón que siguen enfrascados en su búsqueda por el “gran amor de su vida”.
¿Y qué es eso realmente? El gran amor de tu vida, eso no existe, pues nada es eterno, nada ni nadie. Somos incluso instantáneos, hay miles de cosas que duran más que nosotros mismos. Y por eso, eso del siempre, nunca será verdad, y eso de eterno, tampoco. Por eso, de año en año, las huellas de príncipes distintos por nuestras vidas, serán tantos, o tan pocos, pero nunca del mismo. Por eso mismo, yo nunca digo “siempre” y si lo digo, no lo siento, nada es eterno y mañana cambiaremos.
Hoy,  todo es de color de rosa, y mañana, todo será amarillo. Los colores cambian, los colores, las personas, las modas, los príncipes, las princesas, las verdades, las mentiras, las historias, las leyendas, los caminos, los finales felices, los principios tristes, las sonrisas, las expresiones, las melodías, las risas, las bromas, las realidades, los sueños, los cuentos, el planeta, la vida, la muerte, los juegos, las miradas, las fórmulas, los libros, las palabras y las líneas, los consuelos y los nombres. Todo cambia, en segundos, todo cambia, y el amor, también.
Por ese motivo y no otro, ni me encadeno ni me ciego. Por ese motivo, no espero mucho de ti, y creo que tú tampoco de mí. Por ese motivo, hoy estoy aquí y mañana puede que no, por ese motivo, no esperes que te quiera hasta la saciedad, ni desee poseerte, pues ni lo haré ni lo intentaré, pues te querré lo que te merezcas, solo lo suficiente, nada más. 

Solo viento, nada más.


Menos mal. Menos mal que no te mostré este pequeño escondite, menos mal, que no te dije todo lo que te tenía preparado para decir. Y ahora respiro tranquila sabiendo que paré a tiempo, que paramos ambos, pues sabíamos que esto no era de verdad. Los dos sabíamos que esto era un simple juego, un simple juego del que en cualquier momento saldríamos y no pasaría nada, y fue así como salió, terminamos la partida, salimos del juego, y ninguno de los dos se hundió, pues no era real. Y me doy gracias a mi misma, por no haberte mostrado todo aquello que tenía pensado enseñarte, me doy gracias, por no haberte mostrado todo mi ser, ni haberme abierto a ti, pues habría sido un error.
Y ahora, al salir de este juego de niños, este “te quiero más que a nada en este mundo” falso, siento que he aprendido, he aprendido, que no puedo ser así de inocente y débil. Porque sé, que ninguno de los dos sentía el “te quiero” que decía, porque puedo jurar a la luna que ambos sabíamos que todos los “siempres” prometidos, tenían fecha de caducidad, y estábamos enterados de ello, pero no lo dijimos, por miedo, por temor, por no querer acabar la partida tan pronto.
Pero, hemos dejado de jugar, y solo ha pasado el viento, tampoco a cambiado nada, la indiferencia, nada más, ahora es más profunda por parte de los dos, la ignorancia, huir de la mirada del otro cuando te cruzas, eso es, solo eso, y así demuestro, que ninguno de los dos se quiso. Y así compruebo que esto no llegó a ser sueño, ni página, no puedo pasarla, pues solo son una o dos líneas que hemos borrado y ahora ni existen, tal vez en la memoria de unos cuantos, en algunos más que en otros, pero nada más. Eso es todo, un juego. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Hija de la luna


“Pequeñas son las notas, más ya no llenan mi mente constante lo suficiente, pues se ha quedado vacía tras la marcha del ruiseñor, pequeño se le hace el mundo a mi gran mente soñadora,  tras descubrir todos los mares remotos que existen y las pocas tierras que leer en la palma de una mano, extraño se me hace el cantar de los pájaros en esta noche de soledad compartida, extraña se me antoja que ya no serán iguales. Puedo oler ahora el humo cargado de mensajes, de esos que no tienen remitente, el ruido ahora se hace hueco y deja espacio a los pequeños segundos de carencia, la matutina respuesta aguarda a ser pronunciada mientras el ruido me inunda de nuevo y deja atrás esos momentos de paz, el sol temprano asoma por la línea de la nada profunda y deja en mí la huella de cada noche, la marca de existencia, la marca de posesión, pues pertenezco a la noche y así ha de ser, pues soy de la luna y no es un dato que pueda albergar duda, tengo dueña.”

Y dímelo.

Y pronuncia.

Y atrévete…

Pues no habrá otra ocasión que estos pequeños segundos en los que el silencio me permite escuchar tus lamentos y maquinar una respuesta agradable que no sea certera pero si sanadora, y déjame que cure tus heridas en estos segundos, pues mi dueña no me permite hacerlo en otro instante, y enséñame tus dolencias bajo la luz de la luna que bañará tus lamentos de paz y te albergará algo de luz en ese roto corazón tuyo. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Eso, eso que no se pronuncia.

Las palabras salían de mis labios formando humo de incertidumbre ante mis ojos y las lágrimas ya secas se ceñían a mi cara sin ganas algunas de desprenderse. Los segundos pasaban contados, de uno en uno, el tiempo se hacía eterno y el tic-tac del reloj se podía oír desde aquí. No miraba nada, estaba parada. Notaba mis labios moverse, pero hacía rato que no me escuchaba, notaba mi cabeza dar vueltas, pero hacía tiempo que mi mente estaba en otro lugar, muy lejos de ahí, en un sitio en el cual poder abrir los ojos sin ser cegada por la luz y sentir el aire como me llena de frescura los pulmones negros y mi corazón se alegra mientras la sonrisa se pinta en mis labios, ese es el lugar, no este.
Ya había parado, el silencio se apoderó de nuevo de mi cuerpo y el vacío me comía por instantes. No había pájaros en la ventana y el calor consumía la estancia con poco interés. Nada había salvo él y yo, él, yo y el silencio, ese que todos vemos, ese que se encuentra en las esquinas.
Él me miraba con furia, con desazón, ¿qué había dicho? Mi mente había recopilado la conversación a pesar de encontrarse lejos, por lo que como si archivo fuera, lo busqué y mientras dejaba de lado la situación, lo leí:

"- ¿Sabes que me pasa? ¿Sabes cual es la verdad? ¿Esa que tanto ansias? Pues no pequeño, no hay ninguna verdad, es todo simple, el problema es que tu no te das cuenta, el problema es que me tienes delante y no me ves, como si fuera agua, agua de algún caudal. Siento mucho haberte abierto los ojos tarde, pero esperaba de tí algo que no fuera estupidez. Me siento furiosa, por tu comportamiento, por el mío y por el de los dos. Mi gran mentira es que no me comprendes y la tuya es que no lo quieres hacer. La gran verdad es que tu no me quieres ni mirar y yo no quiero que me veas. El gran problema es que yo no espero nada y tu no quieres dar. La responsabilidad es de los dos.
Mentí si, mentí hace mucho tiempo cuando te prometí un siempre, es verdad que ambos lo hicimos, nunca prometo siempres, fue mi error hacerlo entonces, me arrepiento ahora. Y mírame, ¿qué ves? no ves a esa chica de la que te enamoraste, no la ves, nunca más la podrás mirar, no a esta, pues se a esfumado. Oh, yo te quiero tanto, tanto que te enseñe demasiado de mí, lo suficiente como para que pudieras destruirme, y es lo que has hecho, matarme lentamente. Con cada una de tus palabras, tus actos y tus propias miradas, con cada una de ellas me decías que no me querías, y ahí no acaba el mundo, pero si en la linea de la nada que pintaste de mentiras. Deje que esto durara demasiado y me a costado caro. Te quise, te he querido y puede que te quiera todavía, pero tu no a mí y lo sabes.
Mentiremos una vez más cuando nos demos un abrazo ahora y nos digamos que queremos ser amigos, eso es mentira, no te quiero volver a ver, tu tampoco a mí, no es de personas civilizadas, pero dime tu a mí cuando lo hemos sido. Te irás, mañana, pasado , dentro de una semana, nos cruzaremos y con una inclinación de cabeza y una sonrisa nos saludaremos, ni holas ni hostias, pues no queremos eso, estamos dolidos, y el recuerdo arde en nuestro interior. Y te pido, vete, vete y vuelve cuando yo sea otra. No eres tu, no soy yo, es el orgullo. "
Si había leido bien, había cortado con él, y le miré atentamente a sus ojos de mares remotos y pensé, que suerte tendrá la siguiente.

Pero no me dejó pensar, sus palabras me llenaron en cuanto tuvo ocasión.

-¿Qué? ¿Que no te quiero? Eso es lo que crees, no te doy regalos, no te pinto besos y ni mucho menos me acuerdo de tu cumpleaños, nunca estaré a tu lado en los momentos difíciles ni en los fáciles, nunca te podré dar ayuda ni apoyo. Pero te puedo asegurar que mi corazón es tuyo, desde la primera vena hasta la última gota de sangre que alberga en él este órgano. Me siento orgulloso de decir que daría mi vida por tí, pues asi es. Me siento orgulloso de decir que acudiría a ti en cualquier situación. Pero asi soy yo, lo tomas o lo dejas, aqui estoy, con todos mis pros y mis contras, en busca de esos ojos color café que me calentaron en las noches de invierno de hace ya varias primaveras. Espero, estoy seguro, de que ese silencio es el orgullo y ambos lo matamos con cada palabra, siento que no te puedo ofrecer más, aquí estoy. Miraré tu sonrisa hasta que en ella desaparezca mi huella, mi huella de mordiscos.

-Crack- El silencio, no el silencio no, el orgullo, se había roto en miles de pedazos que volaban temporalmente por el oxígeno que ambos respirábamos, y ahora no era yo ni era él, ni era nadie, ahora, estaba yo en ese momento. Mis ojos color café dejaron que él bebiera un último sorbo de ellos y después mi sonrisa le regalo un último mordisco. Empezaba otra primavera, otra más en la que ambos compartiríamos lejanías, compartiríamos silencios, pero compartiríamos algo más, eso que no se pronuncia, eso que se demuestra.

"Suena el timbre, ese que me saca de mis casillas"



Estoy sentada en el suelo. La casa está vacía y yo me siento sola. Las ventanas de toda ella están abiertas de par en par y el viento y el agua entra con fuerza pues está lloviendo. El teléfono no para de sonar, no creo que lo haga hasta dentro de un buen rato, quien quiera que llame debería saber ya que no lo voy a coger, nunca lo cojo, hoy no va a ser una excepción, digo yo. La luz en toda la estancia es gris, y mi pelo castaño se revuelve con el aire que me despeina. Hace apenas unas horas que se ha ido y ya le echo de menos, con su presencia, la casa estaría caliente y la cocina recogida, no olería a palomitas y los baños no parecerían establos, los cacharros estarían limpios por lo que yo podría cocinar de nuevo, habría comida en la nevera y mi camaleón tendría su estómago lleno. Pero no está se ha marchado, volverá dentro de una semana, pero se me hará eterna, no sé todavía si cuando vuelva se encontrara una persona viva en este hogar o a un simple fiambre  muerto del aburrimiento.  Acaban de llamar a la puerta y no estoy segura de querer abrir, no tengo la obligación de hacerlo, pero me digo a mi misma que tengo que ser educada y me levanto del suelo. Voy completamente impresentable como para recibir a alguien, pero no pienso arreglarme, hasta tanto no llego. Me miro en el espejo de la entrada antes de abrir mientras el timbre no para de sonar. En él, veo a una chica de no menos de 17 años, ojos color cola-cao pelo castaño y ondulado, muy largo, por la cintura. Es delgada y con un buen cuerpo, esta buena en resumen, pero no todo el mundo lo ve así. Me estiro la camiseta de mi hermano que llevo como pijama y ando unos tres pasos hacia la puerta, y la abro. Al hacerlo, me encuentro con un chico, de mi edad más o menos, tiene el pelo castaño claro, muy claro diría yo, me saca una cabeza y sus ojos son verdes. No me fijo en su ropa, no es de interés para mí. Pronuncia un tímido <<Hola>> al que yo respondo con un borde <<¿Qué quieres?>>

-Soy tu vecino, aunque supongo que no lo sabes dado que me acabo de mudar- me está diciendo el mientras que yo lo examino lentamente y doy por finalizada mi expedición física. ¿La conclusión? Está bueno. Sé que ha seguido hablando, yo no le estoy escuchando y me imagino la cara que debo de tener, una cara de tonta enorme. Dado a mis imaginaciones sonrío sarcásticamente para después sacudir la cabeza.

-¿Decías?- digo volviendo a la realidad

-¿Qué si tienes algo que hacer? No tengo amigos aquí y necesito pasar el rato- responde al fín. Le a costado decirlo, se nota que no es de su agrado aburrirse. Como tampoco es del mio y era lo que estaba haciendo, suelto una leve carcajada, le cojo de la camiseta blanca y lo meto en mi casa.

Noto su cara de asombro al ver el panorama, no me molesto en disculparme, a el ni le va ni le viene como esté ese lugar. El viento azota su cara y entrecierra los ojos, yo me rio por su expresión y seguidamente me mira mal.

-Bueno-digo resuelta- ¿Qué quieres?

-Pues nose, que estabas haciendo?

-Me rio ante su pregunta… ¿Qué que hacía? Nada. Absolutamente nada. Pero eso, claramente no se lo digo, me hago la interesante apoyándome en el marco de la puerta de la cocina y respondo- y eso que importa?

-pues… nose, era solo por…

Antes de que termine de hablar yo ya me estoy riendo a carcajada limpia, me gusta reirme, es bonito. Me vuelve a mirar mal y se calla.

-Lo siento lo siento- me disculpo todavía entre risas- es que no soy dada a las relaciónes con tios de mi edad.

Noto su desconcierto y decido no darle importancia. Estoy en bragas y no me he dado cuenta, tampoco me importa, le doy una alegría al chico, si se llega a enterar claro. Mi moño mal hecho se acaba de terminar de deshacer y mi pelo baila a sus anchas por delante de mi cara. No quiero cerrar las ventanas, es molesto estar encerrada. Me miro las manos y me siento tranquilamente de nuevo en el suelo.

-¿Cómo te llamas?- le pregunto mientras todavía me miro las manos, observándolas con curiosidad.

-Cooper- me responde algo tímido.

-Ah, con que Cooper eh? – digo entre graciosa y animada pues acabo de encontrar un lunar en mis manos del que no me había percatado de su existencia. Me levanto de  un salto y me dirijo hacia él, en estos momentos, mi mirada es intensa, por la electricidad. Mis manos se acaban de posar sobre su pecho y lo empujan hacia atrás. Le susurro un  <<ven>> en el oído, por el cual noto que le entra un escalofrío y le cojo de la mano. Espero no encontrarme con ningún sujetador por el suelo en mi camino hacia la habitación, pero mis expectativas no se cumplen, pues acabo de ver uno. Sé que Cooper también lo ha visto, está muy expuesto.
Acabo de entrar en mi habitación, seguida de Cooper que no le quita ojo a mi culo. Sabía que era como todos los tíos, ¿Quién no se resiste a un culito sexy? Ni yo misma. Me rio por mis ocurrencias mentales y me siento en la cama.

-Yo me llamo Jay, no es un placer- digo sarcásticamente con una sonrisa, mirándole atentamente- ¿A qué quieres jugar? – le preguntó, pues ni yo lo sé y como me aburro necesito estímulos, algún juego divertido en el cual pasármelo bien. Veo como se sorprende a mi pregunta y se pone a pensar, es muy gracioso. No paro de sonreír, soy rara.

- Vamos a jugar a… “bésame aquí” – Digo yo, pues me he cansado de esperar a que responda, es un tanto poco hablador, me gusta. Después de jugar conmigo a esto, estoy segura de que no volverá a aparecer por aquí, no pierdo nada al fín y al cabo. Por lo que me levanto y le miro. Estoy viendo una pizca de sensualidad en sus ojos  y eso me llama la atención. Supongo que a pillado el juego con solo el nombre, no es difícil hacerlo.

No sé como, bueno si losé pero no pienso dar detalles, pero hemos acabado medio desnudos. 
Él ya se ha ido y yo estoy viendo la tele mientras cómo no, me meto una y otra palomita en la boca. Ahora hay anuncios, por lo que cojo el mando y hago zapping, oigo el timbre, que pesada que es la gente, es aburrido tener que socializar. Bueno, no pierdo nada, me levanto con todas las fuerzas del universo, atravieso el largo salón y salgo a la entrada. No sé por qué, pero creo que sé quién es. Estoy abriendo la puerta, y como no, me encuentro con mi compañero de juegos de esta misma tarde. Me sorprendo al ver una sonrisa pícara en los labios y un <<te deseo>> pintado en la mirada. Le estoy mirando como una boba losé, lo intuyo, algo dentro me lo dice, llámalo X. Le agarro de la camiseta, no me pienso andar con rodeos. Esta tarde ya hemos hecho la iniciación, esta noche haremos el seguimiento.

-Chica mala- me dice cuando ya casi le beso.

-Coop, chico bueno-  a sonado idiota, pero es lo que quería contestar. Noto un rubor en sus mejillas y le beso con pasión. Ya te digo yo, que esta noche me lo voy a pasar bien. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Agua con gas, lo que solías tomar.


[Querida Janne:
Hoy, el aire es frío y las gotas de la lluvia que golpean mi cara con fuerza, también. Hoy, el temporal me recuerda a ti. Por repetidas razones, que me son más que especiales. Para empezar, porque, te encantan este estilo de días, esos en los que caminar es deliciosamente extraño, en los que el calor de un buen chocolate contrasta con el frío del viento. Además, me recuerdan a ti, porque cuando el agua te calaba helándote los huesos, cuando te castañeaban los dientes, y cuando el viento te tiraba para atrás, estabas tú para darme calor, ese calor que solo se siente en el corazón, ese que te reconforta y te da tranquilidad, paz, ese, que cuando lo sientes, ya no te importa el estado en el que se encuentre tu cuerpo material, pues tu alma y espíritu están calientes y es lo único que te importa, en ese momento, cierras los ojos, y te dejas llevar por la calidez de tu presencia. Por eso mismo, este día de hoy, aquí sentado en el bordillo de la carretera, me recuerda a ti, si, pero también me hace darme cuenta, de lo mucho que te echo de menos, y de lo solo que estoy desde que tus palabras no llenan mi mente con tanta frecuencia.
Besos. Dante]


[Querido Dante:
Hoy, las personas pasan por delante sin pararse a pensar, caminan, hablan, pero no piensan. Hoy, echo de menos tus silencios, esos cargados de significado.
Tal vez, ahora, estés en tu casa, en tu habitación de paredes blancas, esa que tanto me encantada, y estés leyendo esto. Quiero, que mires a tu alrededor, al igual que lo haré yo dentro de unos instantes, y busques algo, algo que te recuerde a mí. Esa camiseta que te regalé, el dibujo que te pinté, el disco de música que te rompí y que después enmarcaste, tal vez, mi mochila del instituto o la bufanda de mi osito de peluche, que me dejé como despiste. Escoge algo, de todo lo mío que se encuentra a tu alrededor, y míralo, en silencio, como me gustaba a mí, sin música de fondo, sin palabras de otras personas de tu casa, en silencio. Y ahora, respira, ¿Qué sientes? ¿Mi presencia? Tal vez, pero recuerda, recuerda esos momentos, esos en los que yo estaba ahí. Algún día volveré, losé porque si no lo hago, un cacho de mi corazón de quedará en desuso, y por salud de mi propio espíritu, e de acudir a tu presencia. Cuando lo haga, cuando vuelva, puede que el recuerdo de mi presencia, se haya esfumado, como el humo del cigarro tras unos minutos. Pero, volveré, y si todavía quedan rastros de mi alma por allí, no dudes, me quedaré.
Echo de menos tus silencios, esos que me inundaban de paz.
Cuídate. Janne]

martes, 28 de agosto de 2012

Y entonces, una de sus sonrisas, me roba el corazón.

Silencio. Lo único que escucho en estos instantes es, silencio. Un silencio puro y suave. Un silencio de verdad. De esos que se semejan a la nada. De esos que te ponen la piel de gallina. Y en este silencio, las manos me pesan y se balancean colgando de mis muñecas, que a su vez, cuelgan de mis brazos. El vacío de mi alrededor, se compensa con mi cabeza llena de pensamientos. La verdad también pesa, al igual que mis manos. También me pesan los párpados, los pies y la realidad. Pesa todo. Ahora, cuando bajo de las nubes, todo pesa más. La gravedad vuelve a invadirme provocando un incómodo mareo en mí. 
Doy vueltas. Sacudo la cabeza. Cierro los ojos. Me paro, y respiro. Vuelvo a abrir los ojos y contemplo mi alrededor, suelo de madera, un espejo que cubre toda la pared y una única puerta. Puedo huir, pero decido no hacerlo, al menos no de momento.  Sigo valiendo demasiado poco como para que me valoren, pero no lo suficiente como para que me concedan lo que quiero. Sigo valiendo, lo justo como para ser invisible para los demás. 
Las nubes eran mejores, me digo. Todo tiene un porqué, todo, menos la razon de mi existencia sobre ese suelo, todo, menos el porqué de mi sonrisa, el porqué de mis lágrimas y el porqué de mi talento desaprovechado. Todo, menos yo. 
No volveré a las nubes, me repito. No merece la pena vivir allí, no merece la pena volver a aquel lugar de vagos. He tomado una decisión y no puedo volver atrás. 
Camino. Un paso. Dos. Tres. Me paro. Sigo. Cuatro pasos. Cinco. Seis. Me paro. Abro la puerta y salgo. La luz ciega mis ojos color azul, color cielo, color hielo, color mar, color agua. Tanta luz me asombra, al igual que el ruido y el calor reflejado en el asfalto ardiente. La gente, los sonidos, el ambiente. Todo en su conjunto me atonta débilmente mientras mi pelo revolotea a mi alrededor, volando, o creyendo volar, gracias a los efectos de la brisa. Un golpe seco. Suelo. Me e caído. Débil, me regaño, no vales para nada. Levanto la vista y me lo encuentro, parado, con cara de preocupación y un pelo revuelto. Alarga su mano y yo la cojo. Ya en pie, miro sus ojos, profundos ojos negros, como pozos sin fondo, como noches sin estrellas.
 Una sonrisa adorna mi cara. Hola. dice él. Me llamo Dylan. Encantada, yo soy Shía, prosigo yo. No queda mucho para que anochezca por lo que le agarro del brazo y lo llevo conmigo, me da igual lo que piense, no quiero dejarlo pasar sin que lo haya conocido, sería una oportunidad echada a perder. 
Ya lejos, lo suficiente como para que ni la gente ni el humo, ni el ruido nuble mis sentidos, me paro. ¿Qué haces?, me dice. Conocerte, le respondo. 
Y entonces, una de sus sonrisas, me roba el corazón. Que a pasado?, me pregunto. Y de repente, mi respiración va acorde con la suya, los pájaros cantan para nosotros, la felicidad se huele en el aire, y la realidad no pesa tanto como antes. A merecido la pena bajar aquí, me digo, merece la pena sentir esto. que es esto?, le pregunto a él, como si siempre haya estado escuchando mis pensamientos. Amor, me dice el sin dudarlo un segundo. 



                                                    Soy un ángel, y me llamo Shía. Soy un ángel y me e enamorado. 

miércoles, 1 de agosto de 2012

" pasos contra el viento "

Aprendí a levantarme, a pesar de caer una y otra vez con la misma piedra. Aprendí, que si confias en ti, lo consigues todo, que darse por vencido no es una frase que deba estar en mi vocabulario, que todo tiene un principio pero no siempre un final, que debes tener siempre en cuenta que tienes que ser tu, sin corazas ni mascaras. Me enseñaron que la verdad siempre es buena, aun que a veces venga con cuchillos incorporados. Aprendí pasado un tiempo, que el camino de los caminantes los llevan hasta su hogar.
Aprendí a ser yo misma a pesar de la continua fuerza que ejercía la tormenta sobre mi. Descubrí que puedo soñar y que las palabras amargas de quienes no lo hacen es por que no supieron confiar, que siempre quedara una salida, y si no es así, es  que ese no es tu lugar. Me enseñaron que los cobardes no existen, que la mentira es una extensión de la verdad, hasta que se rompe. Que la vida solo anda hacia delante, y que si pretendes volver atrás estarás dando pasos contra el viento.
Aprendí, me enseñaron y descubrí, que hay que pasar página, pues tarde o temprano el libro te aburrirá.

" Encantando silencios "

Se mantenía en el aire, paciente, constante, ligera, la hoja no caía, ni se elevaba ni se perdía entre la gran foresta del bosque, estaba ahí, aguardando... esperando a un nuevo día, una nueva etapa, una nueva clase que le enseñara algo que poder aprender, pues como el viejo y suave tintineo de las gotas  me enseñaron, de todo se puede aprender, todo y nada tiene algo que mostrarte, algo nuevo. 
Y ahí estaba aquella hoja, que sin darse cuenta, se había deslizado por el arrugado y solitario tronco de aquel árbol centenario hasta acabar tumbada sobre otro manto de diferentes seres que al igual que ella, aguardaban. 
Yo, solitaria y paciente, recostada sobre aquel lecho de hojas, oía el cálido sonido de las gotas al caer sobre mi capucha, el piar ligero de las primeras gaviotas de la mañana sobrevolando el océano azul mas allá del bosque en el que yo me encontraba. 

La brisa ligera revolvía mi cabellera haciendo que varios mechones se cruzaran por mi cara, haciendo que una pequeña risa se escapara de mis labios. Mire atentamente como una hormiga atrevida se había aventurado por el camino de mi piel atravesando la explanada de mi mano, y como, confundida por el monótono color de esta la engañaba a la hora de elegir lugar por el que ir. Deshaciéndome de este pequeño ser con delicadeza, me levante sacudiendo las hojas que se habían pegado a mi pantalón, quedando así de pie, y en perfectas condiciones de observar mi entorno desde una perspectiva mas alta. Reparé entonces en la débil pero alegre voz que pronunciaba mi nombre con persistencia, llamándome de forma que yo acudiera a su reclamo, pero, en ese momento no encontraba razón alguna por la que dejar de disfrutar de ese entorno para volver al apagado y ruidoso sitio al que pertenecía, estaba a gusto y ningún pensamiento de los muchos que se hallaban en mi cabeza en esos instantes, me decía que acudiera a la llamada, así que sin mostrar intención alguna de volver, me encamine hacia el profundo y mágico lugar que ya horas atrás me había enseñado a escuchar, algo mas que la propia voz de la persona, algo más que lo audible, y me había mostrado el bonito y relajante sonido del silencio. 

jueves, 19 de julio de 2012

Tras el tiempo

Y ahi estaba yo otra vez, perdida en una jungla de asfalto, aturdida por el ruido y cegada por la luz oscura de esa espantosa ciudad. Me gustaba sentarme en cualquier banco que por alli se encontrara, y recordar una y otra vez sin cansarme, exactamente el mismo momento... Aquellos años, meses, semanas, dias... aquellos que fueron mi completa felicidad, aquellos que todavía permanecían en mi memoria, tras el paso del tiempo, intactos. 
Y de nuevo, decidí darme a mi misma una pequeña satisfacción recordando de nuevo, una de las muchas noches, que por entonces, me resultaban mas que suficientes para sobrevivir, solo, con la felicidad de ellos y la mia propia... 
"Hacia un calor veraniego, ese calor tan agradable que solo te reconforta... Me preparaba para salir con la bicicleta, como todas las noches, Jack, Chalie, Jenny, Mike y Peter vendrían a buscarme e ir de nuevo a mirar las estrellas mas alla de las montañas, por el camino del aeródromo del pueblo. 
Me dispuse a recoger mis zapatillas de skater, oh, como adoraba aquellas zapatillas con cordones rosa fosforescente, introduje mis pies en cada una de ellas y me levante de la silla. Ya oía el timbre de la bici de Jenny avanzando por la calle en la que se encontraba mi casa, corrí las cortinas color rosa claro que tapaban la visión y abrí la ventana, asome la cabeza, y en efecto, ahí se encontraban, mis cinco mejores amigos, saludando con la mano hacía mi, les sonreí, cerre la ventana, cogí mi cazadora negra, mi linterna y mi gorro de lana y baje las escaleras hasta llegar a la cocina, donde le di un beso a mi hermano en la mejilla y sali por la puerta. 
Estaba al pie de las escaleras que conducían desde la puerta de mi casa hasta la verja que vallaba mi casa azul claro. Una agradable brisa me revolvió el pelo dulcemente, cerré los ojos, me coloqué el gorro, la chaqueta y avancé corriendo hasta llegar a la  puerta del garaje, con todas mis fuerzas giré el picaporte y subí la gran puerta de metal hacia arriba de forma que se veía todo el estropicio de garaje que teníamos, en el lado derecho se encontraba mi bicicleta blanca y roja, agarré el manillar con fuerza, como si de ello dependiera mi existencia, y me dirigí hasta la verja de mi casa, giré la llave y salí a la calle. Mis amigos me recibieron con un grito salvaje, llegaba la hora, esa hora que esperábamos con impaciencia a lo largo del día. Los seis nos montamos en la bici y comenzamos a dar nuestras típicas vueltas de calentamiento. Consistía en ir de un lado a otro de la calle montados en la bicicleta, gritando lo que nos gustaba gastando bromas y haciendo tonterias como invertidos o ir sin manos. Nos gustaba esa sensación de libertad. Más allá de mi calle, solo se veía la nada, estaba cortada, por lo que solo se observaba el tímido resplandor de las estrellas y el oscuro negro intimidador. Daba miedo avanzar mas allá, pues solo quedaban los campos de cultivo, que no veíamos. Tras realizar nuestro típico ritual, dimos la vuelta y nos dispusimos a adentrarnos en la dirección que nos conducía más allá de las montañas, al otro lado del río, a la famosa esplanada a las afueras del pueblo. 
Encendimos las linternas, y con la única iluminación de seis farolillos que colgaban de nuestros manillares, nos adentramos a la oscuridad. De vez en cuando, alguno rompía el silencio agradable, alabando la belleza del cielo. Me gustaba aquella sensación. 
Nuestras risas se oían mas allá del valle, nos gustaba reirnos sin motivo y elevar la vista al cielo, para observar las estrellas que iluminaban nuestra mirada en las noches de verano. 
Tan solo con 15 años de edad, nos creíamos capaz de hacer todo. Nadie nos paraba en ese entorno, nuestro entorno. 
Ya habíamos llegado al prado. Tiramos las bicis de cualquier manera y corrimos como nunca hasta la roca, en la que nos subíamos para alzar las  manos al cielo y creer que tocábamos las estrellas. 
Corríamos entre risas, tropezones y gritos sin sentido. Éramos felices. Tras dos  o tres horas jugando, corriendo, haciendo el tonto, mirar las estrellas tumbados en el césped y echar varias apuestas sobre el nombre de las constelaciones que observábamos, decidimos volver, ya habrían pasado las 4 de la mañana, como todas las noches. Y de nuevo, otra vez, andamos sobre nuestros pasos "
Me encantaban aquellas noches, las echaba de menos, realmente. Después de tanto tiempo, alejada de ellos, mis amigos. Ya nada fue igual tras el verano, vino la destrucción de la mentira, los engaños y la distancia. 

sábado, 30 de junio de 2012

Nostalgia

Cuando te vas, por días, semanas, meses o años, al fin y al cabo, te vas, lo dejas, todo eso que compone tu vida, durante una temporada, o durante una vida, lo abandonas. Todos esos escenarios de vida, todos esos sentimientos, por mucho que te acompañen, aya donde vallas, siempre se quedan atrás, encadenados a ese lugar en el que nacieron.
Y tu te marchas, sintiendo, que será poco, que es para respirar algo nuevo, algo raro. Te alejas, convencido de que, solo es un simple apego, el que te dice que te quedes, que no te vallas.
Pero, tras dejarlo, ese lugar que te a visto crecer como persona, esas personas que te han visto crecer en torno al lugar, ese aire, ese paisaje, eso, que te ha acompañado a lo largo de tu larga, corta o temporal vida, y te a observado, como te caías, como te levantabas y como te volvías a caer.
Y cuando te has ido completamente de ese entorno, y te has adentrado en uno nuevo, cuando en ese en el que estás ahora, te paras a pensar, te das cuenta, de que, lo echas de menos, de que, realmente, ese es tu lugar. Y tienes la sensación, de que ellos, no se han dado cuenta de tu marcha, el lugar,no te echa en falta, y nadie ni nada, te reclama. Y tienes ese constante agujero en el pecho, que te dice, que ahora que te has alejado, ese lazo que te unía a ese entorno y a esas personas, se a roto, se ha quebrado por la distancia, y difícil será recomponerlo.
Y lo ves todo de una perspectiva diferente, lo ves ajeno y borroso. Aunque tu si sientes esa nostalgia que te confirma que ese es tu sitio, sospechas, que no, que ellos no sienten ese apego hacia tu persona.
Y pensando, te das cuenta, de que en la distancia, todo esta roto, todo ha llegado a su fin,  y comienzas ha hacer una montaña de un grano de arena. Los silencios tras el teléfono, los malinterpretas, las bagas contestaciones por el chat, te dices que son claras muestras de que te han olvidado.
Pero te equivocas, luego vuelves, y todos te reciben con los brazos abiertos, tu lugar, no se ha movido, sigue igual, con algún cambio, con algún aire diferente, pero no, ellos de verdad, sintieron nostalgia de ti, y tu de ellos. Y regresas, y te das cuenta de que, al fin y al cabo, todas tus sospechas y noches sin dormir , eran en vano, pues te echaban de menos. Mas, tu sabías en el fondo, que la distancia, no borra caminos, que si le dabas la vuelta, esa distancia que supuestamente te separaba, era también, la que te unía.