Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

sábado, 12 de diciembre de 2015

A todas ellas.

Fotografía de: Bill Henson 

Pandora
I know,
Pandora
they told you
to, “Leave it alone.”
I know,
Pandora
they told you
to be satisfied
with the false bliss
of ignorance.
I know,
Pandora
that simply wasn’t enough.
I know,
Pandora
you were sure
you could handle
whatever was in store.
I know,
Pandora
curiosity lifted that lid
long before it killed the cat.
I know,
Pandora
that Shock and Horror, so they say,
clamped tight the lid before Hope could fly away.
But I know, 
Pandora
Despite the pain and the blame
Despite the guilt and the misery
you had the 
satisfaction
of setting Truth free.

Fotografía de: Laura Hospes



Voy a dedicarle esto a todas esas mujeres que han construido la historia en silencio.

A todas las que han cimentado el mundo ladrillo a ladrillo.

A todas las mujeres, madres, abuelas y niñas que han sido y son maltratadas, ultrajadas o humilladas.

Voy a dedicarle esto a las mujeres olvidadas.
Las que se esconden detrás de los grandes descubrimientos, de la evolución humana.

A todas las mujeres a las que se las ha llevado la guerra, la pobreza o el patriarcado.

Y a todas esas que siguen resistiendo, que tienen los pies de plomo y soportan una carga eterna sobre sus hombros.

Voy a dedicarle esto también a las niñas que empiezan a ver el mundo ahora, a las jóvenes y madres que viven rodeadas de un patriarcado infame que las envenena sin que se den cuenta.

A todas esas que tienen el machismo en las venas, y echan piedras sobre su propio tejado. 
A las que ven normal el dominio masculino, y la discriminación. 

Se lo dedico a todas esas mujeres que han sido  y son víctimas de la trata de blancas, de las violaciones, de los abusos.

A todas esas mujeres que soportan que comercien con ellas.

A las niñas que, aunque me duele en el alma, todavía en el siglo XXI tendrán que nacer en un mundo que no las va a respetar, un mundo que las va a tratar a patadas. 
A todas ellas que sufrirán el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina, el embarazo adolescente, la violencia, el trabajo infantil doméstico y la discriminación y la imposibilidad de ir al colegio.

Se lo dedico también a los hombres que son conscientes de esto, a todos aquellos que disfrutan o han disfrutado del placer de un amor igualitario y libre.

A todos esos hombres que tienen una mente independiente y reivindican la igualdad. A aquellos que junto a las mujeres educan en derechos, en dignidad.

Se lo dedico a todas las personas que son fuego, libertad, dulzura. A todas las personas que respetan, que luchan por causas justas, que no se dejan doblar por la dificultad. 

Y por último se lo dedico a todas las mujeres resilientes* que han pisado, pisan y pisarán el mundo.

Os lo dedico.

Me lo dedico.

*Resiliencia: Capacidad de los seres vivos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas o traumáticas.




sábado, 31 de octubre de 2015

Dejad de jugar al ajedrez con vidas humanas. Por favor.

Se nos llena la boca de palabras. Gozamos del porvenir que nuestros padres nos han proporcionado, buscamos una vía para conseguir aquello que sueñan nuestros cuerpos calientes en un hogar abrigado del frío. Nos hemos amamantado de un mundo nuevo del que nadie conoce las reglas. No conozco el destino, el camino, la razón.

Y es que nos ponemos una venda en los ojos y caminamos a ciegas, somos ignorantes en una pecera sin tiburones, pensando que estamos a mar abierto. Nos han dormido tantas veces con algodones y gasas, que dormir sobre el esparto frío no entra dentro de nuestra concepción de realidad. Pero existe.
 
Existe un mundo inimaginable lleno de sufrimiento. Un mundo que es nuestro, pero lo repudiamos. 
Solo nos interesa el metro cuadrado de propiedades que tenemos en el banco. Que solo vemos los problemas cuando los tenemos en la cara. Desde la lejanía el dolor no tiene olor a sangre. Somos unos cobardes. Y aunque vamos de listos, no tenemos ni idea de lo que significa creer que has nacido para ser carne de cañón. Es verdad que nuestros abuelos lo vivieron hace tan solo sesenta años, pero olvidamos rápido, lo que nos conviene.

Escribo esto desde el dolor que me provocan las noticias de las dos de la tarde, la radio a las ocho de la mañana, infinidad de noticias al azar. Parece que se nos ha subido la soberbia a la cabeza. Y a nadie parece que el corazón le sangre cuando ve gente morir en las fronteras de su país. Que ya lo decía Kevin Carter, que no tenéis ni idea de lo que es aquello. Yo tampoco lo sé. Pero nadie se toma la molestia de intentar cambiarlo. Creemos que no está en nuestra mano, pero es una creencia que se acomoda mucho a nuestras preferencias.

Y luego está la gente que se toma la irrespetuosa libertad de decir que “pasa de política”, o todavía peor, la que dice que todo lo que pase fuera de tu país no es su problema. Parece que nos olvidamos que nos somos los verdugos de nadie, ni tenemos licencia para serlo. Nadie te ha pedido que des tu vida por alguien, tan solo no lances al vacío las esperanzas de miles de personas.

Cuando digo que el ser humano solo ve los problemas cuando los tiene en la cara, digo que nos hemos hundido en una realidad de utópica felicidad y que solo nos sacan al exterior cuando entra un virus en nuestro sistema. Mientras que hay miles de personas que mueren día a día de Ebola, cometemos la enorme desfachatez de preocuparnos solo por nosotros. Cuando el peligro pasa, ya nadie recuerda la muerte fuera de sus murallas, el dolor cruzando la orilla hacia otro continente. Es que somos egoístas hasta decir basta. Y seguimos creyendo, que si hay gente que salta vallas por activa y por pasiva, sea como sea. Que pone a su hijo en una patera, a la deriva en el mar. Seguimos creyendo que es porque sí, porque les apetece. ¿No será porque el destino que tienen de poder morir ahogados es mejor que el de quedarse en un país que les mata de hambre o de guerra? ¿No será que es su única vía de escape?  Y aun así ponemos concertinas en las vallas, y aun así en cuanto rescatamos a madres medio ahogadas las metemos en una cárcel de reclusión para inmigrantes, donde perecen de enfermedades que nadie se preocupa de no contagiarles. 



Pero claro, cuando la gente se empieza a morir de hambre en tu propio país, cuando se quedan sin casa, cuando tus hijos se tienen que buscar el porvenir explotados en un país que se las da de ser mejor que el tuyo. Ahí sí que levantas la cabeza del regazo y protestas.  Qué pena, que tenga que pasar todo esto en la puerta de tu casa para que te des cuenta de que nadie va a hacer nada por ti, de la misma manera que tú no hiciste nada por nadie. 

lunes, 13 de julio de 2015

¿De qué hablaremos cuando estemos vivos?

"Un guardián, joven y fornido, patea en el suelo nevado a un prisionero anciano que se ha caído exhausto. No tiene fuerzas ni para quejarse. Y nadie se atreve a protestar porque se juega la vida. Están en un campo de exterminio. Pero aun así hay una palabra indómita, que se abre paso en el castañeteo de los dientes.
- ¿Por qué?
El guardián nazi se revuelve. También está adiestrado para eso. Tiene una respuesta terminal
- Aquí no hay ningún porqué. "

Lo cuenta  Primo Levi en Si esto es un hombre. Él es quien se ha atrevido a hacer la pregunta. Y la respuesta del guardián equivale a todo un tratado sobre la historia dramática de la cultura. La primera medida de todo poder autoritario es hacerle la vida imposible a los porqués. La arbitrariedad no soporta ese interrogante. Ni en un palacio imperial, ni en una empresa, ni en una escuela, ni en una iglesia. Al privarlo del porqué, se convierte al otro en un subalterno, en un prescindible. Un espacio sin porqués acaba siendo siempre lo que César Vallejo llamó "tierra indolente": donde cavar un adiós.

Tal vez es verdad que hay gente que vive feliz en la ignorancia. Que prefiere no hacerse preguntas. Preguntar, igual que recordar, a veces duele. Lo absurdo es que haya propagadores, en lo público, de un inconfesado "derecho" a la ignorancia. Y lo más calamitoso es que esa sustracción de porqués tenga como campo preferente la enseñanza. A un atracador le preguntó un juez cual era la razón de escoger siempre establecimientos bancarios, el hombre, un auténtico profesional, le respondió : "Allí es donde está el dinero, señor juez". Los profetas de la ignorancia no suelen ser tan sinceros.

Éstos actúan sobre la enseñanza para "mejorarla", hacerla más competitiva, e incluso más libre. En realidad, lo que hacen es apropiarse de los porqués. ¿Por qué? Porque es ahí donde están.
En el principio, también en el génesis, está la curiosidad. La curiosidad es el motor del aprendizaje, si se nos quitan los porqués, si se nos quita la respuesta a la curiosidad, ¿Qué nos queda?

Esta arte y esta ciencia, la de preguntar por qué, está en la cuerda floja en la enseñanza española. La polémica LOMCE, que entra en vigor en el próximo curso  (2015/16), se presenta  por sus valores como una "máquina de competitividad", pero deja destartalada la más fundamental "máquina de la curiosidad". No hay competitividad si se hipertrofia la curiosidad.
Esta nueva ley, derriba y margina a la Filosofía, la literatura, las artes. En este periodo de corrupción y crisis, se termina de romper con absolutamente toda la Educación para la Ciudadanía y para la cultura. Podríamos terminar bachillerato  sin viajar a la Odisea, sin alucinar con Shakespeare, sin discutir con Voltaire, sin conocer el significado de la teoría de Darwin.
Sin ningún consenso, esta nueva ley responde a un empeño partidista, que no ha valorado en absoluto el valor de la curiosidad, la esperanza, y el saber. Responde a un programa  basado en la competitividad, que nos deja a ciegas en la cultura tanto española, como mundial, y que nos niega los porqués que han amamantado a nuestros antecesores de cultura y de respuestas. Un programa que retrocede 40 años en el tiempo.

 Esta nueva ley apuesta por ciudadanía capaz de producir, pero incapaz de pensar. Porque, como ya sabemos, un pueblo que no sabe, es un pueblo manejable.









viernes, 26 de junio de 2015

Me han preguntado que qué es exactamente el arte para mí, que por qué es tan importante en mi vida, y es algo de lo que debería hablar aquí.





El arte no es un juego de niños, no es una asignatura del colegio, no es museo, ni una paleta, el arte es mucho más que eso. Sería como comparar unas gafas (objeto)  con la capacidad que éstas te brindan: Ver.
El arte es una forma de ver la vida, el arte es ese rayo de luz que lo alumbra todo. El arte cubre absolutamente todas las ramas de la vida, la tierra y el universo. El arte no solo se mira, se siente. Es algo que te recorre el  cuerpo, se ve en tu piel y en tus pupilas. Es inmortalizar un momento, es transmitir todo lo que llevas dentro.   El arte es llorar a través de las manos, es enseñarle tu mente al resto a través de una obra. El arte es emoción.


Para mí el arte es hacer lo que te gusta hacer, en el momento en el que quieres hacerlo poniendo todo de ti en ello. Es abrir la mente a todo lo que venga, es ver las cosas como son, con su cruda realidad.
Es importante en mi vida porque es la manera que he encontrado de crecer, como si a través de él, pudiera crear extensiones de mi misma en todo lo que haga. Es importante para mí porque es la forma que tengo de superarme, de reencontrarme, es el lugar al que va mi mente cuando a fuera no hay nada.  El arte para mí, para mi cuerpo, es ese sitio que siempre te acoge.



Porque el arte es un culto a la verdad, a la libertad. El arte es esa ventana que te muestra tanto lo bueno, como lo malo.



Cuando digo que es una forma de vivir, no me equivoco. Sin el arte nada en la actualidad sería como es ahora. Las calles, los edificios, la concepción de la realidad. Y a pesar de eso, a pesar de que el arte es el hilo conductor de absolutamente toda la historia de la humanidad, es, probablemente, el aspecto más machacado de ésta.
Se ha castigado y se castiga muchísimo. ¿Qué es lo que va mal con los artistas? ¿Qué son libres? ¿Qué se expresan al margen de los límites que impone el gobierno y la sociedad? ¿Que se plantean cuestiones sociales? ¿Qué no se conforman?
¿Cuál es el problema aquí? No se valora en absoluto el arte, no se valora el trabajo que hay detrás, ni su importancia: pasada, actual y futura. Y si se valora es cuando el artista tiene dinero para pagarse unas buenas opiniones. Eso tenemos que ser capaces de cambiarlo: El arte no es de ni para ricos. 

Conseguir que tus verdades y tus obras lleguen al resto del mundo no debería ser solo para gente con posibles (al igual que el estudiar una carrera, el conocer la tierra en la que vivimos, o el poder pagar la luz y el gas)


Falta gente con ganas de salir ahí fuera y hacer lo que realmente le pide el corazón. Falta gente que deje de pensar con el hemisferio izquierdo del cerebro. Tanto el mundo del arte como el económico, como el social, se mueven actualmente por codicia y superioridad, que son aspectos del comportamiento humano muy rudimentarios.


Pienso que tanto la música como al arte plástico como el visual son partes importantes de nuestra vida cotidiana, y que, se debería apoyar mucho más de lo que se hace. Y  no denigrar el trabajo realizado. Ni despreciar a aquellos que deciden dedicar sus estudios y su vida a alguno de estos campos (cine, música, artes plásticas, etc).

El mundo es un lugar muy duro, y la vida muy cruel, es por eso que pienso que el arte es algo tan importante, porque me ayuda a canalizar eso que veo, eso que duele, y convertirlo en algo mejor. 



domingo, 7 de junio de 2015

Precariedad.

Mara tiene 24 años, y acaba de terminar la carrera, lo suyo sería decir que el mundo la espera, que va a por todas. Pero no.

Vive en un inmundo cuchitril a las afueras de la ciudad en la que ha estudiado y trabaja de 6 de la mañana a 2 de la tarde, mas extras, haciendo camas en un hotel del centro por un salario mínimo que solo le da para pagarse el alquiler y comida la justa. Sus padres ambos han hecho lo posible por enviarla a la universidad, pero no pueden hacer más.

No tiene dinero para pagarse un máster actualmente, sin el cual no la contratarán en ningún sitio. Por lo tanto, se levanta a las 6 de la mañana, coge su basto y escaso currículum y se patea la ciudad de cabo a rabo buscando cualquier trabajo mal remunerado y sin seguridad social con el cual pueda ahorrar más, manteniendo obviamente el que ya tiene en el hotel.

A la 1 de la tarde se sienta en un banco y se pregunta qué es lo que ha hecho mal. No es la única que lo está cavilando. En ese mismo momento tres vagabundos, cuatro parados cincuenteros y cinco estudiantes que pasean o están cerca, están pensando básicamente lo mismo.

Mara se enerva y enfurece, motivada por el dolor de espalda, el hambre incipiente y las vistas a otra tienda más que está cerrando. Maldice a la generación de sus padres que la cagaron en su momento, a las entidades financieras que controlan las grandes naciones europeas y a la nefasta sensación de saber que no tiene futuro. Que se lo han robado.

Se ve  toda la vida trabajando en un hotel haciendo camas o en un bar de camarera, y eso con suerte. Ve como se le van de las manos todo por lo que ha luchado: buenas notas, becas, etc. Piensa en irse a otro país, volver a casa. Ya no puede pagarse otros estudios, ni si quiera ha hecho lo que le hacía feliz, porque no encontraría trabajo con esa carrera. “Pues mira para lo que me ha servido”.

El tiempo solo lo empeora todo: Inmigrantes maltratados que hacen lo posible por escapar de un país que los mata de hambre o de guerra. Un capitalismo cada vez más poderoso. Un estado de bienestar y derechos sociales que se están tirando por el retrete. El fundamentalismo financiero en el que se ve sumergida Mara. Los medios de comunicación que solo engañan, que solo venden. Recuerda las palabras de su padre “Vivimos en la precariedad. Tienes muchas menos oportunidades de las que yo tuve. Tengo que pagar tus estudios y además, esos estudios, no te van a garantizar un trabajo” Mara le da toda la razón desde ese banco tachado de mierda. En las grandes ciudades no quedan más que dos clases sociales: Los ricos y sus sirvientes. Ella está en el segundo grupo y se ve incapaz de salir de él.


Cuando empieza a hacer demasiado calor coge un autobús y vuelve a “casa”, mañana será otro día. 


lunes, 25 de mayo de 2015

¿Y tú? ¿Qué opinas?

Hablan de política, de sociedad, de capitalismo. Todo el mundo habla de lo que cree que dominaría el mundo mejor, discuten, se gritan. Todos quieren llevar razón. El problema es que no se trata de eso, no se trata de llevar la razón, de ganar, ¿ganar el qué? Se supone que estamos aquí para vivir en armonía con el resto de seres vivos. Se trata de eso: Armonía. Un equilibrio entre la Tierra y los seres vivos. En cuanto nos cargamos esa armonía, ese equilibrio, la balanza se desequilibra:  muchos pierden, pocos ganan.

Llevamos siglos matándonos por tierras que ni si quiera son nuestras, por religiones, por cosas que no sabemos a ciencia cierta, ¿De verdad merece la pena matar por algo de lo que no tienes pruebas? Ya no se trata de quien es más listo que quién.

Hemos evolucionado hasta la forma humana y nos hemos estancado en el cerebro de neandertal. El humano es un ser social, vivimos en comunidad, en vez de protegernos entre nosotros de amenazas exteriores, nos matamos dentro de casa. Vivimos en una continua y eterna guerra civil.

La comunidad se basa en dar y recibir, no coger más de lo necesario, ser generoso pero no tonto. La vida debería regirse por el “te cuido, me cuidas”. La codicia y el poder son rudimentarios, no estamos aquí eternamente. Nos estamos cavando una fosa común entre todos, ¿es que no aprendemos de los errores del pasado? ¿Es que no valoramos las vidas que se perdieron por conseguir lo que ahora estamos tirando por el desagüe?

La regla del más fuerte aquí ya no sirve, no somos animales, no estamos en la selva. Pertenecemos a la especie humana, matar al de al lado para quitarle el petróleo, porque no tiene una misma opinión religiosa o para explotarlo: No es honesto, humano, ético.

Y aun así nadie hace nada para cambiar esta isla de plástico en la que nos estamos pudriendo. Después de escribir esto yo me quedaré tranquila y seguiré preocupada por mis exámenes de mañana; y mientras tanto, nos morimos poco a poco. ¡Es que no se trata de eso! ¡No es eso!

Izquierdas, derechas, conservador, liberal, verde, republicano, monárquico. ¿Cuándo entenderemos, cuándo, que se trata de cuidarnos entre todos, no de perseguir un solo objetivo, de un solo grupo de personas? Ni es matar a la gente a trabajar, ni es cortarles la cabeza a los burgueses.

Es educar para la libertad de expresión, educar para la solidaridad, para la paz. Es educar por y para los derechos de cada uno y de todos en conjunto.
No de combatir guerra con más guerra. Es simple: No le echas sal a algo que está salado. No resucitas a un ahogado llenándole los pulmones de agua.

Hay un orden en la historia, ha llegado el momento de dejar atrás el matar por si me matan. El robar millones por pura codicia, el mentir. Ha llegado el momento, después de tantísimas guerras, de tantísima sangre derramada, de abrirle la puerta a la palabra, al dialogar.

Lo primero es dar ejemplo. No mates, no robes, no mientas, si lo que esperas es que el resto no roben, no maten, no mientan. “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” es una frase trillada, pero es terriblemente cierta. Una madre no le dice a su hijo que no rompa un vaso, y después lo rompe ella. Es ético.

Somos 7 mil millones de personas en el planeta. Sólo una tercera parte de toda esa población dispone de los recursos que éste nos ofrece, sólo. Solo una tercera parte de esa población, se está engullendo toda la comida, el agua, el petróleo, los minerales, y ya de paso, todos los bosques. Dime, estás dispuesto a dejar que nos carguemos a dos terceras partes de la población del planeta tierra, y además agotar todos los recursos que hay. A mí me parece una completa aberración, una falta de sentido común. Pero claro: Como cuando todo esto pase, ya estaré muerto, pues me da igual. Muy bien.

Ojala y pudiéramos experimentar lo que es ser la víctima y no el verdugo, para ver, qué es realmente, lo que importa en la vida, y lo que no. 



Si quieres, por lo menos, colaborar entra en: https://www.change.org/ Gracias. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Silencio.



No puedo dormir. La marihuana no me hace efecto. Mañana volveré a llegar tarde, ya no me angustia, ya no.
Me hago una paja cuestionándolo todo. Analizándome. 
El trabajo me produce un gran vacío, me asusta su dominio, el mecanismo roto. 
Me caliento ficcionando imágenes inducidas. Mi mente me guía atropellada hacia una fantasía recurrente impuesta por misóginos discursos religiosos, telediarios de sobremesa y porno-basura en general. 
Hace unos días volví a discutir con mi madre. Las relaciones humanas son tremendamente complejas. El pensamiento es traidor y rastrero. No tengo que demostrarle nada a nadie, ni si quiera a mí.
No sé porque me he castigado tanto. Cobarde. 
Febril y animal gimes desgarrando con tus miembros líquidos la almohada muda. Recuerdo el día en que empecé a perder. Me corro con violencia y lloro.
Desfallezco cuando me hace efecto el trankimazin.
El móvil vibra atroz sobre la repisa. Mi cuerpo se yergue solo, levita por la cama y detiene certero la vil sirena. Diez minutos más y me incorporo de un salto a la vida.
Me pongo sin remordimiento alguno la misma ropa de ayer, si me paro a pensar que ropa llevar podría ser mi fin. Eso si, elijo con cuidado y precisión los calzoncillos.
Es hora de irse. Comienza el infierno.
Las puertas se cierran como guillotinas, acaricio con las pestañas el cristal. El ácido y amargo perfume a testosterona, a sabana usada, caliente, me pone de punta. Me da asco respirar. 
Finalmente llego tarde, sudando y de los nervios. De hoy no pasa que arregle la bici, el metro es insoportable.
Es asquerosamente retorcido pensar que es esto lo que me hace levantarme cada día, morir un poco. 
Todo lo que siempre he querido hacer no es más que un sueño romántico de lo que me gustaría poder ser.
El frío se adhiere a la piel, penetra intruso. 
Las furias me chillan rabiosas verdades que no quiero oír y el estado me subvenciona la más potente droga contra el dolor, veinte miligramos diarios de sonrisa hueca, de olvido roto. Sonrío para no desbordar mi pupila que cae. Sonrío el dolor latente que me paraliza.
Hace días que no oigo el sonido de mi voz. Ya no creo en nada.

jueves, 16 de abril de 2015




Michel Bizet

vuelve, como en bucle.

Vuelven a sonar las canciones de ayer,
Las tejas de una casa ambulante,
Y el olor nocivo del oleo a oscuras.

Vuelve a irse,
-Una y otra vez-
Como en bucle,
La luz.

Vuelven a sonar las nubes,
Y el lienzo roto,
Y la pintura seca.

Y te has retratado muerta,
Y crees que ya está,
Hasta la eternidad.

Pero me miras desde Cezanne,
Van Gogh,
Y todas,
Las estrellas,
Que pisó,
El Principito.

No entiendes que yo ya,
No soy tu rosa.

Ya no te encuentro
                 En las canciones de ayer,
Tampoco en casa.

Te has retratado muerta,
Y eso es lo peor,
Solo
Te
Tengo
Así.


martes, 24 de febrero de 2015

no.

No quiero vivir en un mundo que está movido por la codicia.
                                                                                      La ira.
                                                                                    El poder.

No quiero vivir en un mundo que habla de paz, mientras tira una bomba.
Que me muerde la mano mientras me cura la otra.
No quiero vivir en un mundo que utiliza la fe de muchos, para fomentar la codicia y la riqueza de unos pocos.

No quiero.

No quiero vivir en un mundo que me quita la voz,
Que me la asfixia,
Que me ciega.

No quiero saber, que de un momento a otro,
Pueden romperme la vida,
Y tirarme a la calle,
A que la busque de nuevo,
Entre una esquina de frío
Y otra de suciedad.

No quiero vivir en un mundo que miente más que habla,
Que juega con las vidas humanas, como si fueran canicas,
“te doy seiscientas y me das una de poder”

No.

No le pertenezco a nadie.

              No le pertenezco a nadie.

                                No le pertenezco a nadie                                                      salvo a mi misma. 
Y menos, a ti.

Que,

como un cobarde,

Desde las sombras,

Me deshilachas la libertad,
Y te tejes una manta nueva, para dormir, bien calentito,
A mi costa

Esta noche.  

jueves, 22 de enero de 2015

Blue Eyes

Tenía los ojos azules, como un lago chispeante que se agrietaba en los extremos y se hundía en un profundo agujero negro en el centro. Tenía los ojos azules y la mirada más triste que se podría ver jamás, haciendo juego con sus baladas, cuando las cantaba a oscuras, cuando el cielo se teñía de mar, o de olas oscuras y latentes, como vivas.

No era nadie, según él. Y la vida pasaba por el, como el pasaba por la vida, con calma.

Irlanda lo había visto crecer, cuando su cabeza, llena de pelo negro carbón no alcanzaba un palmo del suelo. Había visto sus primeros dibujos a carboncillo, fruto de un desorden eterno entre el cerebro y las neuronas. Le había visto perdido en un bosque que no conocía ni conocerá jamás. Sus manías, sus juegos. Irlanda había visto en el todo lo que nadie había querido ver, y el había visto en irlanda todo lo que no veía en los demás. Y con todo y eso, se fue. Huyendo de su sombra, como Peter Pan y el caballo de Alejandro Magno. Preparado para hacer historia en el libro del olvido.

Era Abril, su padre dormía sobre la cama y su madre llena de flores frescas, bajo tierra. Llevaba la funda de la guitarra colgada del hombro -llena de papeles escritos, dibujados a carboncillo y tres o cuatro paquetes de tabaco Virginia, ni una sola guitarra-. La luz afuera se asemejaba a la que aparecía en las fotos antiguas de su madre, donde salía sonriente y viva - más de lo que la vio jamás- una luz entre apagada y ausente. Sonaba una canción de la radio en el edificio de al lado e Hysteria de Def Leppard en su cabeza. -Hace un día perfecto para irme- pensó el, metiéndose setecientos cincuenta y tres euros con cincuenta céntimos en el bolsillo, acompañados de una foto antigua de Marilyn Monroe con el dorso garabateado por la letra de su madre.

Es cierto, el día era perfecto. Como lo son todos los días.

Nunca recordarás este momento, Noah- le dijo a su hermano de un año y medio que lo miraba expectante y feliz desde la cuna- Nunca lo recordarás y yo estaré inexistente o ausente en el fondo de tu corazón, para toda la vida.
Noah no le dijo nada, porque no hablaba, entre otras cosas.

Tardó cuatro minutos y treinta y dos segundos exactos en coger las llaves de la furgoneta, montarse en ella y arrancar el motor. Tardó tan solo un segundo en decidir que no se iba a despedir de su padre. Y dos minutos más en alejarse de esa calle, montado en una furgoneta del sesenta color rojo roído. Seis minutos treinta y tres segundos, número de la huida. Tiempo después, mirando el mar, lamentará esa despedida que no hizo.

Pero ahora, la carretera era muy larga, el mar muy amplio y el mapa abierto en el asiento copiloto, muy grande.


Summer-Ireland.
Llueve afuera ahora, verticalmente, ni una pizca de viento. Llueve y el cielo es espesamente gris, un hecho relevante, culteranismo, según la señorita de literatura que leía a Gongora con tono solemne.

Llueve afuera ahora y el cielo está en ligero movimiento sobre el centro, y nadie es consciente de que tengo ganas de llorar.

Llueve afuera ahora y me sobrepasa la sensación de estar lejos y cerca de todas partes. De que la tierra es distante a mi, y viceversa, por el contrario, estoy a punto de hundirme en ella, y viceversa.

Y sin embargo.

Soy incapaz. Y esto es lo más cercano a la verdad que podré decir nunca.