Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

viernes, 26 de febrero de 2016

0 vendas.

Ahora te vas a quitar la venda de los ojos, pero antes de que lo hagas, para prepararte, te voy a describir lo que vas a conocer. Principalmente para que te mentalices y la sorpresa no sea demasiado grande, el susto demasiado repentino.

Te vas a quitar la venda de los ojos, y lo primero que verás será una habitación pequeña y escueta. Una ventana de un metro de ancho que deja pasar la luz suficiente para ver a medias, pero sin ver del todo; a pesar de que al otro lado el sol brilla intensamente y calienta el polvoriento suelo. En medio de la habitación una mesa, lacónica, de estas que parecen haber visto más que tus abuelos, y aun así siguen en pie no sabes cómo, sujeta una botella de aguarrás y un bocata de pan con pan roído por los ratones. Ni libros, ni periódicos ni un ápice cultural que rezume letra, saber o arte.

Las paredes se escarchan de ardor y suscitan una nada dantesca que parece flotar en medio de la habitación. De fondo, se evoca el eco del dolor profundo de la rabia.
Hay cajas de cartón, y cientos de clavos por el suelo que dan la sensación de haber sido dispuestos y colocados siguiendo un plan maestro.

En la pared derecha cuelga como muerto un grifo oxidado sin manivela para dejar correr el agua. Por último, Jesucristo torturado hace presencia en la pared de la izquierda, cubierto de sudor y sangre, retratado en madera, hierro, y plata para toda la eternidad. Maldita la hora. Pensará.
No hay reloj, ni tiempo, ni dinero. No hay gente, ni hueco, ni lugar donde caerse muerto.

Y ahora que ya lo sabes, y ahora que ya te lo imaginas. Ésta, es tu realidad. Física, metafórica, espiritual. Esto es lo que te vas a encontrar, vayas a donde vayas, pises donde pises. Y si te encuentras otra cosa, te dolerá ver, que es el polo opuesto de esta miseria. La injusticia materializada en pesadilla capitalista que engulle lo que ve por doquier y sin cesar, te encontrarás el egoísmo maldito del que mata sin saber a quién. La personificación de la codicia con cara de marca de empresa. Buscarás la clase media y te quedaras con las manos vacías.

Y si te atreves a mirar al suelo, te hallaras con el río de sangre que baña la tierra estéril. Las almas perdidas de inocentes muertos en medio de una guerra entre despachos. Escucharás el eco de las bombas, y sobre estas, las justificaciones gubernamentales y políticas, que se lavan las manos ante tanto dolor. Nadie tiene la culpa, pero por detrás, todos meten mano, todos se quieren llevar una victoria y un pozo de petróleo negro como el futuro de todos los que ya no están.  

Es esto, cariño.
Es esto lo que vas a ver cuándo te quite la venda de los ojos.
Es por esto, por lo que quizás te he estado engañando durante tanto tiempo. Para protegerte.
Por eso me pido perdón.

Es hora de enfrentarse a esta realidad de una manera contundente y desafiante: Vivir.
Y ni este sistema, esta vida de miseria, este lugar inhóspito, van a tumbarme en mi revolución.

Voy a sobrevivir, y voy a hacer aquello que crea correcto, aquello que me llene, aquello que me expanda el alma hasta el firmamento. Ya no me podéis parar.


Es una declaración de guerra: Voy a amar este planeta. 

Y voy a hacerlo como si éste fuera la razón de mi existencia.  - Qué paradójico que sea cierto. 

Le abro la puerta al mañana y desafío a aquel que ose cortarme la ilusión, el empeño, la pasión. Que es del material del que está hecho mi presente. 

Rindo tributo a todo aquel que no tiene pies para avanzar, a todo aquel al que le han robado, casi sin darse cuenta, el último aliento que le quedaba. Lo hago por el respeto que le debo a todos los que no tuvieron las oportunidades que tengo yo. Y finalmente, lo hago por mí y para mí. 

Aconsejo a los que han perdido la pasión antes de tiempo, a los que pierden su tiempo lamentándose, de que la única forma posible de cambiar las cosas es cambiándose a sí mismo. Y que la única manera de avanzar es no quedándose parado. 

Adelante. 
El mundo está lleno de cosas impresionantes
que nos quieren ocultar.