Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

martes, 1 de abril de 2014

On the road.



Se pregunta a veces, entre curva y curva, roto y libre por dentro, cuál es exactamente su destino. Y después se ríe, con un brazo colgando de la ventanilla y medio cigarrillo pendido de sus largos dedos, la risa suya chocando contra el viento y los últimos rayos de sol dando de lleno en la luna del coche y cegando un poco sus ojos claros. Es la carretera, siempre ha sido ella, la que lo llama, la que lo induce, la que lo obnubila, la que, después de todo, siempre ha estado ahí.

Y suena triste- piensa a  veces- pero no lo es en absoluto.

Y la música que resuena fuerte contra los viejos y roídos, desgastados asientos de cuero, los mismos casetes de música, una y otra vez. Que ya son sus canciones, que ya es la banda sonora de su vida, esa que pondrán en su incineración, cuando sus huesos en cenizas se tornen.

Es su libertad, esa la de no ser de ninguna parte y que ninguna parte sea suya. “Una libertad un poco anclada a demasiadas cosas” se susurra siempre cuando tiende el edredón blanco sobre un colchón mal colocado en la parte de atrás de la camioneta. (Las estrellas son constantemente como puños, brillantes y lúcidas, consejeras y estables, ahí arriba)

No es que la luz sea más intensa ahora que solo conduce, ni que los colores son más brillantes. No es nada de eso, ni si quiera que la cama sea más cómoda a pesar de que cuando llueve se ve obligado a buscar el sueño entre los dos cotrosos asientos delanteros. No es eso tampoco, es solo que, lo vive todo más. Vivir. Sí, eso sí es. Solo le faltaba eso. La vida.

Y la ha encontrado.


Hecha de cigarrillos apagados contra el salpicadero, de un edredón blanco y podrido en la parte de atrás. Hecha de rayos de luz atravesando la luna, o de retrovisores reflejando su buen humor por la mañana. Está hecha de estrellas como puños, de un viaje interminable a quien sabe dónde, de lugares nuevos. Hecha de gente, de cultura.


 Hecha de él mismo sin más, nada de ‘él y un poco de los demás’




2 comentarios:

  1. La esencia de uno mismo es un tema muy comlejo de abarcar.
    Pero realmente es lo único que queda cuando mueres en vida.
    Me quedo con lo de 'Es la carretera, siempre ha sido ella, la que lo llama, la que lo induce, la que lo obnubila, la que, después de todo, siempre ha estado ahí.' porque si yo dijese eso me tomarían por loca, aunque tampoco les sorprendería.
    Brillante y no deja indiferente a nadie, como siempre.
    Un besazo <3

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  2. Que tratandose de cosas así, siempre me quedo corta.
    Gracias, como siempre

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gotas llenas de sentimiento