Y suena triste- piensa a veces- pero no lo es en absoluto.
Y la música que resuena fuerte
contra los viejos y roídos, desgastados asientos de cuero, los mismos casetes
de música, una y otra vez. Que ya son sus canciones, que ya es la banda sonora
de su vida, esa que pondrán en su incineración, cuando sus huesos en cenizas se
tornen.
Es su libertad, esa la de no ser
de ninguna parte y que ninguna parte sea suya. “Una libertad un poco anclada a
demasiadas cosas” se susurra siempre cuando tiende el edredón blanco sobre un
colchón mal colocado en la parte de atrás de la camioneta. (Las estrellas son constantemente
como puños, brillantes y lúcidas, consejeras y estables, ahí arriba)
No es que la luz sea más intensa
ahora que solo conduce, ni que los colores son más brillantes. No es nada de
eso, ni si quiera que la cama sea más cómoda a pesar de que cuando llueve se ve
obligado a buscar el sueño entre los dos cotrosos asientos delanteros. No es
eso tampoco, es solo que, lo vive todo más. Vivir. Sí, eso sí es. Solo le
faltaba eso. La vida.
Y la ha encontrado.
Hecha de cigarrillos apagados
contra el salpicadero, de un edredón blanco y podrido en la parte de atrás.
Hecha de rayos de luz atravesando la luna, o de retrovisores reflejando su buen
humor por la mañana. Está hecha de estrellas como puños, de un viaje interminable
a quien sabe dónde, de lugares nuevos. Hecha de gente, de cultura.
La esencia de uno mismo es un tema muy comlejo de abarcar.
ResponderEliminarPero realmente es lo único que queda cuando mueres en vida.
Me quedo con lo de 'Es la carretera, siempre ha sido ella, la que lo llama, la que lo induce, la que lo obnubila, la que, después de todo, siempre ha estado ahí.' porque si yo dijese eso me tomarían por loca, aunque tampoco les sorprendería.
Brillante y no deja indiferente a nadie, como siempre.
Un besazo <3
Que tratandose de cosas así, siempre me quedo corta.
ResponderEliminarGracias, como siempre