Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

sábado, 31 de octubre de 2015

Dejad de jugar al ajedrez con vidas humanas. Por favor.

Se nos llena la boca de palabras. Gozamos del porvenir que nuestros padres nos han proporcionado, buscamos una vía para conseguir aquello que sueñan nuestros cuerpos calientes en un hogar abrigado del frío. Nos hemos amamantado de un mundo nuevo del que nadie conoce las reglas. No conozco el destino, el camino, la razón.

Y es que nos ponemos una venda en los ojos y caminamos a ciegas, somos ignorantes en una pecera sin tiburones, pensando que estamos a mar abierto. Nos han dormido tantas veces con algodones y gasas, que dormir sobre el esparto frío no entra dentro de nuestra concepción de realidad. Pero existe.
 
Existe un mundo inimaginable lleno de sufrimiento. Un mundo que es nuestro, pero lo repudiamos. 
Solo nos interesa el metro cuadrado de propiedades que tenemos en el banco. Que solo vemos los problemas cuando los tenemos en la cara. Desde la lejanía el dolor no tiene olor a sangre. Somos unos cobardes. Y aunque vamos de listos, no tenemos ni idea de lo que significa creer que has nacido para ser carne de cañón. Es verdad que nuestros abuelos lo vivieron hace tan solo sesenta años, pero olvidamos rápido, lo que nos conviene.

Escribo esto desde el dolor que me provocan las noticias de las dos de la tarde, la radio a las ocho de la mañana, infinidad de noticias al azar. Parece que se nos ha subido la soberbia a la cabeza. Y a nadie parece que el corazón le sangre cuando ve gente morir en las fronteras de su país. Que ya lo decía Kevin Carter, que no tenéis ni idea de lo que es aquello. Yo tampoco lo sé. Pero nadie se toma la molestia de intentar cambiarlo. Creemos que no está en nuestra mano, pero es una creencia que se acomoda mucho a nuestras preferencias.

Y luego está la gente que se toma la irrespetuosa libertad de decir que “pasa de política”, o todavía peor, la que dice que todo lo que pase fuera de tu país no es su problema. Parece que nos olvidamos que nos somos los verdugos de nadie, ni tenemos licencia para serlo. Nadie te ha pedido que des tu vida por alguien, tan solo no lances al vacío las esperanzas de miles de personas.

Cuando digo que el ser humano solo ve los problemas cuando los tiene en la cara, digo que nos hemos hundido en una realidad de utópica felicidad y que solo nos sacan al exterior cuando entra un virus en nuestro sistema. Mientras que hay miles de personas que mueren día a día de Ebola, cometemos la enorme desfachatez de preocuparnos solo por nosotros. Cuando el peligro pasa, ya nadie recuerda la muerte fuera de sus murallas, el dolor cruzando la orilla hacia otro continente. Es que somos egoístas hasta decir basta. Y seguimos creyendo, que si hay gente que salta vallas por activa y por pasiva, sea como sea. Que pone a su hijo en una patera, a la deriva en el mar. Seguimos creyendo que es porque sí, porque les apetece. ¿No será porque el destino que tienen de poder morir ahogados es mejor que el de quedarse en un país que les mata de hambre o de guerra? ¿No será que es su única vía de escape?  Y aun así ponemos concertinas en las vallas, y aun así en cuanto rescatamos a madres medio ahogadas las metemos en una cárcel de reclusión para inmigrantes, donde perecen de enfermedades que nadie se preocupa de no contagiarles. 



Pero claro, cuando la gente se empieza a morir de hambre en tu propio país, cuando se quedan sin casa, cuando tus hijos se tienen que buscar el porvenir explotados en un país que se las da de ser mejor que el tuyo. Ahí sí que levantas la cabeza del regazo y protestas.  Qué pena, que tenga que pasar todo esto en la puerta de tu casa para que te des cuenta de que nadie va a hacer nada por ti, de la misma manera que tú no hiciste nada por nadie. 

1 comentario:

  1. http://www.bibliotecapleyades.net/sumer_anunnaki/reptiles/reptiles87.htm

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gotas llenas de sentimiento