Quiero escribir un poema para hacer crecer los árboles, una
canción para mover las estaciones eternas que hielan los corazones de la gente.
Quiero escribir las palabras exactas que encajen con el sentido-sin sentido en
el que nos movemos constantemente.
Es posible que no halle nunca el color exacto que alegre
todas las miradas. Pero me encuentro en un vuelo inmenso en el azul, y no tengo
intención de pararme.
He transmutado.
Mi alma se ha alejado del suelo.
Y escribo estas frases para la nube sabiendo que es estúpida
la dimensión material en la que nos movemos, que son efímeras y huecas las
emociones que nos provocan los “likes” o los “followers”, ¿qué buscamos cuando
nos buscamos a través de la vida expuesta de otros?
No es una carta de renuncia porque aún continúo en esta
dimensión. Es una toma de conciencia de la estupidez de las pantallas y el
sinsentido al que hemos llegado unos y otros en esta guerra eterna que se libra más allá de las fronteras de nuestra
comodidad utópica.
Puede que con tanta verborrea se pierda el sentido estricto
de este manifiesto a la vida.
Pero es igual.
No son palabras para nadie.
Son palabras para mí.
Para mí.
Y sigo queriendo escribir un poema que haga crecer los
árboles, y el amor. El amor.
El amor.
Que es el único material eterno capaz de avivar el fuego que
nos mantenga con vida.
Y nos libre de la muerte mental, la castidad moral, el comportamiento
robotizado.
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gotas llenas de sentimiento