La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos
empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos
malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una
gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra
gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer
que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas de rock, pero
no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy
cabreados. Por eso y solo por eso, por un momento y considerando que exista
algún tipo de dios, te tienes que replantear, que no le caes bien.
Pero, tranquilízate, no es el fin del mundo, ni aquí, ni en
la línea del mar, como los estúpidos romanos quisieron pensar. Ni lo es ahora,
ni lo será hasta dentro de mucho, es más, ni si quiera tú lo verás algún día.
No eres tu ropa. Ni tu dinero. No eres tu casa ni tu pelo.
¿Y si no eres todo eso?
¿Por qué tanta atención a algo que no eres?
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gotas llenas de sentimiento