Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

domingo, 3 de marzo de 2013

No rodaré tus mentiras delante de la cámara de mis ojos.


No hay humo en tus pulmones, ni alcohol en tus venas, pero aun así te sientes sucia y borracha por dentro.  El carmín de tus labios se arrastra más allá de tu boca y el maquillaje oscuro se ha tomado la libertad de extenderse por toda tu cara. Los tacones están rotos y deseas por un momento no ser rubia de bote y volver a tu castaño caramelo. Te arrepientes de cada paso y recuerdas Paris.

Sus calles y sus manos sobre las tuyas. Recuerdas el tacto de su mirada. Tu pelo castaño, tus pantalones y tus ganas de ser feliz, sin pelo rubio, vestido de tubo y ganas de emborracharte.

Ahora llueve, llueve dentro y llueve fuera. Sobre tu cansado cuerpo tirado en el suelo y entumecido por el frío, sobre tus pestañas rotas y tus labios secos. No es una imagen dramática de cualquier película para adolescentes, en la que de un momento a otro gritarán “corten” y estarás seca, no, es una calle de verdad, con sus coches y la vida real que acarrea.

No sabes que te duele más, si el hecho de haber llegado a esa situación o el de que te sientas como un trapo.

Pero te quitas los tacones, arrancas el maquillaje de tu cara, te pones en pié y lloras desconsoladamente bajo las gotas que te bañan de arriba abajo, pierdes el miedo a gritar que quieres ser feliz y dejas que la euforia te inunde por dentro, como un veneno que quema tus entrañas, tal vez como un buen trago de whisky. Tus ojos se agrandan, la droga de la vida hace efecto en ti y respiras agitadamente al salir corriendo por el asfalto que hay bajo las plantas de tus pies, puedes acariciar el aire y sientes cada una de las motas de polvo que se posan sobre tu piel. Ahora te sientes desnuda delante de todos, pero te da igual, te sientes libre, como una pequeña niña, sientes que has vuelto a nacer.
Y así, caminas despacio, malvendiendo tu vida a la calle, entregándote por completo a eso que quieres llamar libertad, dejando que cada bocanada de aire te haga sentir nueva, abriendo los cerrojos que hasta ahora te ceñían la garganta y te encadenaban los pies con grilletes cual preso. Ahora la pistola la tienes tú, la vida es la que tiembla delante de ti, has tomado el control. 



Ahora ya no hay duda, solo afirmación. 

1 comentario:

  1. Me encantó!
    Pero quizás me gustaría más si profundizaras más en lo de París.
    Aún asi es impresionante,me he quedado boquiabierta!
    Un beso!
    PDT:Ya te mande la parte del capitulo uno de la novela:)

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gotas llenas de sentimiento