Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

domingo, 23 de febrero de 2014

Estoy asustada

Ella me tira de la chaqueta, tiene las manos tan pequeñitas que parecen las alas de un colibrí. Tira de la chaqueta y dice: “Mama mamá, ¿Dónde está papá?” Y no sé qué decirle. El asiento es muy incómodo y me sudan las manos. Me pregunto en que jodido momento se me ocurrió tener una hija en este condenado país, y con ese condenado muchacho, porque solo es un muchacho. Y no se va a ir, porque me prometió que estábamos juntos en esto, y él cumple sus promesas, incluso aquella de traerme un rosa blanca después de terminar las clases cada viernes, ¿Qué habrá sido de la universidad? Estará en llamas.

Me pitan los oídos todavía de la explosión y mi hija me tira de la manga de la chaqueta, la mochila me pesa demasiado y hay un hombre perdiendo mucha sangre delante de mí. No me gustaría morir en éste hospital. Quiero salir corriendo. Estoy asustada.

Cuando levanto la vista el hombre de la bata blanca manchada de marrón y rojo está delante de mí. Busco en sus ojos algo a lo que aferrarme y al segundo comprendo que solo me queda aferrarme al vacío. Mi muchacho no aparece por la puerta, mi querido muchacho, el cual tiene la mitad de su sangre regada en mi camiseta. Marrón  y rojo. Mi querido muchacho, mi querido muchacho. ¿Qué podía esperar de este sitio? Mi querido muchacho nunca tuvo suerte, en este país te hace falta un poco de eso. Marrón y rojo, los colores de la guerra.

Estoy asustada y mi querido muchacho ya no está en esta guerra.
En qué hora se me ocurrió meter a ella en esta mierda.
Estoy asustada.
Estoy perdida.
Y antes de querer darme cuenta, también estoy llorando.
Y mi querido muchacho, está muerto.
Jodida guerra.
Jodida bomba.
Jodidas y asquerosas personas con poder.
Su sangre mancha mis manos, y yo solo quiero salir de aquí.

Estoy asustada. 



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gotas llenas de sentimiento