Nunca me preguntaron ni por ti, ni por mí, ni por el dolor
mitigado ni por la capacidad de nuestros cuerpos de mantenerse separados. Nunca
nadie reparo en la comisura de su labio izquierdo ligeramente más rojo
sangre. Nunca nadie dio pie a ninguna
pregunta, y por eso, nunca nadie obtuvo una respuesta.
Nunca nadie quiso saber la historia detrás de estos versos.
Ni el dolor ni la alegría que se podía leer entre líneas.
‘Ojala’ me dije ‘ojala preguntaran por mí y por ti y por el
viento a esta hora de la mañana. Ojala preguntaran por la tormenta o si me da
miedo la oscuridad’ pero nunca nadie pregunto por ello, y nunca nadie obtuvo
respuesta, y nunca nadie supo nada.
Y ahora, ya es tarde. Ya no hay historias que contar, porque te las llevaste
tu todas, y el olor a carmín, y el rojo fuego de la colcha y la historia sobre
la luna rota del coche, y todas las que vinieron después de aquella, porque,
ahora las historias ya quedan viejas y sería como contar un chiste malo.
Y sin embargo, aunque nunca nadie preguntó por mí, nunca
nadie se interesó por un poco de todo aquello que estaba deseando decir, nunca
nadie. Sin embargo, sí que preguntaron por ella, y por la llama en sus ojos, o
no preguntaron, simplemente ella habló, y la envidio por eso, por poder acudir
sin ser llamada y responder sin ser preguntada.
Y por eso aunque, cada palabra que pueda decir, tenga algo
que quiera que se entrevea, como nunca nadie me preguntó, ni por el pasado, ni
por el dolor, ni por el sabor en tu boca al chupar una moneda, como nunca nadie
lo hizo, nunca nadie lo sabrá, y algún día, mi mente lo olvidará, y será, como
si esa respuesta nunca hubiese existido, como si esa historia nunca hubiese
sido vivida. Y nunca nadie, nunca nadie.
Y por eso, nunca nadie se enterará de que quiere decir esto.
Porque nunca nadie lo ha preguntado.
Y aunque nunca nadie sabrá nada, yo estoy bien con eso.
Me fascinas.
ResponderEliminarÓjala fuera verdad.
ResponderEliminar