Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Valores postmaterialistas.

            Escribió un mensaje sobre el fin de la centralidad del trabajo y la clase obrera en su móvil montado por operarios chinos, con robots fabricados por trabajadores japoneses, con chips de una planta operada por taiwaneses, con tierras raras extraídas por mineros chinos. Smartphone embalado con maquinaria fabricada por trabajadores suizos, embarcada en un puerto construido por obreros de la construcción chinos, en un barco portacontenedores botado en unos astilleros de Corea, con acero fabricado por siderúrgicos coreanos, a base de carbón y hierro extraidos por mineros indonesios y brasileños. Contenedor descargado por trabajadores portuarios, embarcado en un camión montado por obreros holandeses, movido por petróleo extraído por trabajadores del petróleo nigerianos, refinado en Cataluña. El móvil llegó una tienda donde lo vendían dependientes españoles, en un edificio construido por obreros de la construcción españoles (y ecuatorianos), con cemento fabricado en Francia. Un smartphone que funciona gracia a una batería de litio sacado por mineros argentinos, cargado con electricidad producida en una central térmica montada por obreros españoles, con turbinas construidas por trabajadores alemanes, que funciona con carbón sudafricano, electricidad que llega a su casa mediante una instalación realizada por instaladores electricistas, con cables de cobre sacado por mineros chilenos.

             Hizo clic en el botón de enviar y a través del equipamiento de telecomunicaciones montado por obreros tailandeses y de fibra óptica estadounidense, instalada por operarios de telecomunicaciones de varios países, llegó a los servidores de una red social programada por informáticos indios, Guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón, tejido por obreros téxtiles de Bangladesh, con algodón recogido por jornaleros pakistaníes, y bebió un sorbo de café cultivado por agricultores colombianos, con agua canalizada por trabajadores de la construcción desde 100 km de distancia, satisfecho de sus valores postmaterialistas.



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