Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Eso, eso que no se pronuncia.

Las palabras salían de mis labios formando humo de incertidumbre ante mis ojos y las lágrimas ya secas se ceñían a mi cara sin ganas algunas de desprenderse. Los segundos pasaban contados, de uno en uno, el tiempo se hacía eterno y el tic-tac del reloj se podía oír desde aquí. No miraba nada, estaba parada. Notaba mis labios moverse, pero hacía rato que no me escuchaba, notaba mi cabeza dar vueltas, pero hacía tiempo que mi mente estaba en otro lugar, muy lejos de ahí, en un sitio en el cual poder abrir los ojos sin ser cegada por la luz y sentir el aire como me llena de frescura los pulmones negros y mi corazón se alegra mientras la sonrisa se pinta en mis labios, ese es el lugar, no este.
Ya había parado, el silencio se apoderó de nuevo de mi cuerpo y el vacío me comía por instantes. No había pájaros en la ventana y el calor consumía la estancia con poco interés. Nada había salvo él y yo, él, yo y el silencio, ese que todos vemos, ese que se encuentra en las esquinas.
Él me miraba con furia, con desazón, ¿qué había dicho? Mi mente había recopilado la conversación a pesar de encontrarse lejos, por lo que como si archivo fuera, lo busqué y mientras dejaba de lado la situación, lo leí:

"- ¿Sabes que me pasa? ¿Sabes cual es la verdad? ¿Esa que tanto ansias? Pues no pequeño, no hay ninguna verdad, es todo simple, el problema es que tu no te das cuenta, el problema es que me tienes delante y no me ves, como si fuera agua, agua de algún caudal. Siento mucho haberte abierto los ojos tarde, pero esperaba de tí algo que no fuera estupidez. Me siento furiosa, por tu comportamiento, por el mío y por el de los dos. Mi gran mentira es que no me comprendes y la tuya es que no lo quieres hacer. La gran verdad es que tu no me quieres ni mirar y yo no quiero que me veas. El gran problema es que yo no espero nada y tu no quieres dar. La responsabilidad es de los dos.
Mentí si, mentí hace mucho tiempo cuando te prometí un siempre, es verdad que ambos lo hicimos, nunca prometo siempres, fue mi error hacerlo entonces, me arrepiento ahora. Y mírame, ¿qué ves? no ves a esa chica de la que te enamoraste, no la ves, nunca más la podrás mirar, no a esta, pues se a esfumado. Oh, yo te quiero tanto, tanto que te enseñe demasiado de mí, lo suficiente como para que pudieras destruirme, y es lo que has hecho, matarme lentamente. Con cada una de tus palabras, tus actos y tus propias miradas, con cada una de ellas me decías que no me querías, y ahí no acaba el mundo, pero si en la linea de la nada que pintaste de mentiras. Deje que esto durara demasiado y me a costado caro. Te quise, te he querido y puede que te quiera todavía, pero tu no a mí y lo sabes.
Mentiremos una vez más cuando nos demos un abrazo ahora y nos digamos que queremos ser amigos, eso es mentira, no te quiero volver a ver, tu tampoco a mí, no es de personas civilizadas, pero dime tu a mí cuando lo hemos sido. Te irás, mañana, pasado , dentro de una semana, nos cruzaremos y con una inclinación de cabeza y una sonrisa nos saludaremos, ni holas ni hostias, pues no queremos eso, estamos dolidos, y el recuerdo arde en nuestro interior. Y te pido, vete, vete y vuelve cuando yo sea otra. No eres tu, no soy yo, es el orgullo. "
Si había leido bien, había cortado con él, y le miré atentamente a sus ojos de mares remotos y pensé, que suerte tendrá la siguiente.

Pero no me dejó pensar, sus palabras me llenaron en cuanto tuvo ocasión.

-¿Qué? ¿Que no te quiero? Eso es lo que crees, no te doy regalos, no te pinto besos y ni mucho menos me acuerdo de tu cumpleaños, nunca estaré a tu lado en los momentos difíciles ni en los fáciles, nunca te podré dar ayuda ni apoyo. Pero te puedo asegurar que mi corazón es tuyo, desde la primera vena hasta la última gota de sangre que alberga en él este órgano. Me siento orgulloso de decir que daría mi vida por tí, pues asi es. Me siento orgulloso de decir que acudiría a ti en cualquier situación. Pero asi soy yo, lo tomas o lo dejas, aqui estoy, con todos mis pros y mis contras, en busca de esos ojos color café que me calentaron en las noches de invierno de hace ya varias primaveras. Espero, estoy seguro, de que ese silencio es el orgullo y ambos lo matamos con cada palabra, siento que no te puedo ofrecer más, aquí estoy. Miraré tu sonrisa hasta que en ella desaparezca mi huella, mi huella de mordiscos.

-Crack- El silencio, no el silencio no, el orgullo, se había roto en miles de pedazos que volaban temporalmente por el oxígeno que ambos respirábamos, y ahora no era yo ni era él, ni era nadie, ahora, estaba yo en ese momento. Mis ojos color café dejaron que él bebiera un último sorbo de ellos y después mi sonrisa le regalo un último mordisco. Empezaba otra primavera, otra más en la que ambos compartiríamos lejanías, compartiríamos silencios, pero compartiríamos algo más, eso que no se pronuncia, eso que se demuestra.

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