[Querida Janne:
Hoy, el aire es frío y las gotas de la lluvia que golpean mi
cara con fuerza, también. Hoy, el temporal me recuerda a ti. Por repetidas
razones, que me son más que especiales. Para empezar, porque, te encantan este
estilo de días, esos en los que caminar es deliciosamente extraño, en los que
el calor de un buen chocolate contrasta con el frío del viento. Además, me
recuerdan a ti, porque cuando el agua te calaba helándote los huesos, cuando te
castañeaban los dientes, y cuando el viento te tiraba para atrás, estabas tú para
darme calor, ese calor que solo se siente en el corazón, ese que te reconforta
y te da tranquilidad, paz, ese, que cuando lo sientes, ya no te importa el
estado en el que se encuentre tu cuerpo material, pues tu alma y espíritu están
calientes y es lo único que te importa, en ese momento, cierras los ojos, y te
dejas llevar por la calidez de tu presencia. Por eso mismo, este día de hoy,
aquí sentado en el bordillo de la carretera, me recuerda a ti, si, pero también
me hace darme cuenta, de lo mucho que te echo de menos, y de lo solo que estoy
desde que tus palabras no llenan mi mente con tanta frecuencia.
Besos. Dante]
[Querido Dante:
Hoy, las personas pasan por delante sin pararse a pensar,
caminan, hablan, pero no piensan. Hoy, echo de menos tus silencios, esos
cargados de significado.
Tal vez, ahora, estés en tu casa, en tu habitación de
paredes blancas, esa que tanto me encantada, y estés leyendo esto. Quiero, que
mires a tu alrededor, al igual que lo haré yo dentro de unos instantes, y
busques algo, algo que te recuerde a mí. Esa camiseta que te regalé, el dibujo
que te pinté, el disco de música que te rompí y que después enmarcaste, tal
vez, mi mochila del instituto o la bufanda de mi osito de peluche, que me dejé
como despiste. Escoge algo, de todo lo mío que se encuentra a tu alrededor, y
míralo, en silencio, como me gustaba a mí, sin música de fondo, sin palabras de
otras personas de tu casa, en silencio. Y ahora, respira, ¿Qué sientes? ¿Mi
presencia? Tal vez, pero recuerda, recuerda esos momentos, esos en los que yo
estaba ahí. Algún día volveré, losé porque si no lo hago, un cacho de mi
corazón de quedará en desuso, y por salud de mi propio espíritu, e de acudir a
tu presencia. Cuando lo haga, cuando vuelva, puede que el recuerdo de mi
presencia, se haya esfumado, como el humo del cigarro tras unos minutos. Pero,
volveré, y si todavía quedan rastros de mi alma por allí, no dudes, me quedaré.
Echo de menos tus silencios, esos que me inundaban de paz.
Cuídate. Janne]
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gotas llenas de sentimiento