Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

jueves, 20 de septiembre de 2012

"Suena el timbre, ese que me saca de mis casillas"



Estoy sentada en el suelo. La casa está vacía y yo me siento sola. Las ventanas de toda ella están abiertas de par en par y el viento y el agua entra con fuerza pues está lloviendo. El teléfono no para de sonar, no creo que lo haga hasta dentro de un buen rato, quien quiera que llame debería saber ya que no lo voy a coger, nunca lo cojo, hoy no va a ser una excepción, digo yo. La luz en toda la estancia es gris, y mi pelo castaño se revuelve con el aire que me despeina. Hace apenas unas horas que se ha ido y ya le echo de menos, con su presencia, la casa estaría caliente y la cocina recogida, no olería a palomitas y los baños no parecerían establos, los cacharros estarían limpios por lo que yo podría cocinar de nuevo, habría comida en la nevera y mi camaleón tendría su estómago lleno. Pero no está se ha marchado, volverá dentro de una semana, pero se me hará eterna, no sé todavía si cuando vuelva se encontrara una persona viva en este hogar o a un simple fiambre  muerto del aburrimiento.  Acaban de llamar a la puerta y no estoy segura de querer abrir, no tengo la obligación de hacerlo, pero me digo a mi misma que tengo que ser educada y me levanto del suelo. Voy completamente impresentable como para recibir a alguien, pero no pienso arreglarme, hasta tanto no llego. Me miro en el espejo de la entrada antes de abrir mientras el timbre no para de sonar. En él, veo a una chica de no menos de 17 años, ojos color cola-cao pelo castaño y ondulado, muy largo, por la cintura. Es delgada y con un buen cuerpo, esta buena en resumen, pero no todo el mundo lo ve así. Me estiro la camiseta de mi hermano que llevo como pijama y ando unos tres pasos hacia la puerta, y la abro. Al hacerlo, me encuentro con un chico, de mi edad más o menos, tiene el pelo castaño claro, muy claro diría yo, me saca una cabeza y sus ojos son verdes. No me fijo en su ropa, no es de interés para mí. Pronuncia un tímido <<Hola>> al que yo respondo con un borde <<¿Qué quieres?>>

-Soy tu vecino, aunque supongo que no lo sabes dado que me acabo de mudar- me está diciendo el mientras que yo lo examino lentamente y doy por finalizada mi expedición física. ¿La conclusión? Está bueno. Sé que ha seguido hablando, yo no le estoy escuchando y me imagino la cara que debo de tener, una cara de tonta enorme. Dado a mis imaginaciones sonrío sarcásticamente para después sacudir la cabeza.

-¿Decías?- digo volviendo a la realidad

-¿Qué si tienes algo que hacer? No tengo amigos aquí y necesito pasar el rato- responde al fín. Le a costado decirlo, se nota que no es de su agrado aburrirse. Como tampoco es del mio y era lo que estaba haciendo, suelto una leve carcajada, le cojo de la camiseta blanca y lo meto en mi casa.

Noto su cara de asombro al ver el panorama, no me molesto en disculparme, a el ni le va ni le viene como esté ese lugar. El viento azota su cara y entrecierra los ojos, yo me rio por su expresión y seguidamente me mira mal.

-Bueno-digo resuelta- ¿Qué quieres?

-Pues nose, que estabas haciendo?

-Me rio ante su pregunta… ¿Qué que hacía? Nada. Absolutamente nada. Pero eso, claramente no se lo digo, me hago la interesante apoyándome en el marco de la puerta de la cocina y respondo- y eso que importa?

-pues… nose, era solo por…

Antes de que termine de hablar yo ya me estoy riendo a carcajada limpia, me gusta reirme, es bonito. Me vuelve a mirar mal y se calla.

-Lo siento lo siento- me disculpo todavía entre risas- es que no soy dada a las relaciónes con tios de mi edad.

Noto su desconcierto y decido no darle importancia. Estoy en bragas y no me he dado cuenta, tampoco me importa, le doy una alegría al chico, si se llega a enterar claro. Mi moño mal hecho se acaba de terminar de deshacer y mi pelo baila a sus anchas por delante de mi cara. No quiero cerrar las ventanas, es molesto estar encerrada. Me miro las manos y me siento tranquilamente de nuevo en el suelo.

-¿Cómo te llamas?- le pregunto mientras todavía me miro las manos, observándolas con curiosidad.

-Cooper- me responde algo tímido.

-Ah, con que Cooper eh? – digo entre graciosa y animada pues acabo de encontrar un lunar en mis manos del que no me había percatado de su existencia. Me levanto de  un salto y me dirijo hacia él, en estos momentos, mi mirada es intensa, por la electricidad. Mis manos se acaban de posar sobre su pecho y lo empujan hacia atrás. Le susurro un  <<ven>> en el oído, por el cual noto que le entra un escalofrío y le cojo de la mano. Espero no encontrarme con ningún sujetador por el suelo en mi camino hacia la habitación, pero mis expectativas no se cumplen, pues acabo de ver uno. Sé que Cooper también lo ha visto, está muy expuesto.
Acabo de entrar en mi habitación, seguida de Cooper que no le quita ojo a mi culo. Sabía que era como todos los tíos, ¿Quién no se resiste a un culito sexy? Ni yo misma. Me rio por mis ocurrencias mentales y me siento en la cama.

-Yo me llamo Jay, no es un placer- digo sarcásticamente con una sonrisa, mirándole atentamente- ¿A qué quieres jugar? – le preguntó, pues ni yo lo sé y como me aburro necesito estímulos, algún juego divertido en el cual pasármelo bien. Veo como se sorprende a mi pregunta y se pone a pensar, es muy gracioso. No paro de sonreír, soy rara.

- Vamos a jugar a… “bésame aquí” – Digo yo, pues me he cansado de esperar a que responda, es un tanto poco hablador, me gusta. Después de jugar conmigo a esto, estoy segura de que no volverá a aparecer por aquí, no pierdo nada al fín y al cabo. Por lo que me levanto y le miro. Estoy viendo una pizca de sensualidad en sus ojos  y eso me llama la atención. Supongo que a pillado el juego con solo el nombre, no es difícil hacerlo.

No sé como, bueno si losé pero no pienso dar detalles, pero hemos acabado medio desnudos. 
Él ya se ha ido y yo estoy viendo la tele mientras cómo no, me meto una y otra palomita en la boca. Ahora hay anuncios, por lo que cojo el mando y hago zapping, oigo el timbre, que pesada que es la gente, es aburrido tener que socializar. Bueno, no pierdo nada, me levanto con todas las fuerzas del universo, atravieso el largo salón y salgo a la entrada. No sé por qué, pero creo que sé quién es. Estoy abriendo la puerta, y como no, me encuentro con mi compañero de juegos de esta misma tarde. Me sorprendo al ver una sonrisa pícara en los labios y un <<te deseo>> pintado en la mirada. Le estoy mirando como una boba losé, lo intuyo, algo dentro me lo dice, llámalo X. Le agarro de la camiseta, no me pienso andar con rodeos. Esta tarde ya hemos hecho la iniciación, esta noche haremos el seguimiento.

-Chica mala- me dice cuando ya casi le beso.

-Coop, chico bueno-  a sonado idiota, pero es lo que quería contestar. Noto un rubor en sus mejillas y le beso con pasión. Ya te digo yo, que esta noche me lo voy a pasar bien. 

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