Me siento un poco mal. Porque la gente se pensó que yo era fuerte
y tiró las palabras contra mí, porque, ‘oh, ella es fuerte, ella puede con
todo, a ella esto y tal y cual le da
igual’ Y yo no soy fuerte, joder, soy débil y sencilla y soy arcilla entre las
manos de todos, y me estáis deformando poco a poco. Y aunque me siento un poco
mal siempre tengo la poesía.
Aquella que leíste un día y el viento la guardo entre sus
alas como un cachorro recién nacido. Aquella que quedo en suspensión, como los créditos
de la película que veíamos siempre por las tardes.
Tengo miedo de que la poesía se vaya, como lo hiciste tú, y
como lo hace todo el mundo tarde o temprano.
Y creo que empiezo a olvidar el segundo verso, sinceramente.
Me preguntaste que, qué pensaba. Y yo te respondí, que qué
pensaba sobre qué. Y ya no me acuerdo, pero sea lo que sea lo que te dijera, no
lo pensaba realmente.
Ahora lo tengo un poco todo más claro, aunque no del todo. Y
podría responderte, con un poco de
cordura, o eso creo.
Pienso, pienso que la gente conoce demasiado poco a la
gente. Pienso que deberíamos conocernos más. Un poquito aunque sea.
Yo por ejemplo, soy fuerte, y sin embargo lloro cuando
escribo esto. Yo por ejemplo, soy feliz, y sin embargo no me gusta volver a mi
casa, porque siempre está vacía. Yo por ejemplo, hago como que no sé de dónde
viene esto, pero lo sé perfectamente.
También me gustaría conocerlo a él. Y a ella. Y a el resto.
Porque soy insegura, y dudo un poquito demasiado de todo el mundo.
También estoy un poquito demasiado cansada de tener miedo.
Y un poquito demasiado cansada de no hacer nada y hacer
demasiadas cosas.
Pero, como he dicho al principio, todavía me queda la
poesía.
Y aunque vuelvas, y te vayas, y tengas un viaje muy largo
por delante y yo no vaya de copiloto, y aunque haga viento o sol o miles de
tormentas nublen el país, y aunque pasen muchas cosas, va a quedar la poesía
siempre, recordada al menos por el tiempo, suspendida como aquella tarde en el
viento y duradera de tu voz ronca sostenida de cigarrillos. Siempre quedará
ella, que será la última que se vaya, porque las poesías, como tu bien dijiste
aquella mañana, son las últimas que se van. Y cuando yo ya esté hecha cenizas o
por el contrario en una caja enterrada, sonará todavía la poesía las rendijas
de tierra que me separen del viento que la recuerda.
'Considerado, amigo,
que has pasado ya,
Como estas ahora, es
como yo he estado,
Como estoy ahora, tú
también deberías estar
Preparado, después,
para seguirme.’
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gotas llenas de sentimiento