Pum.
Un disparo atraviesa su cabeza de sien a sien. La sangre
salta y a cámara lenta se aprecia la cara de dolor que se le queda.
Pum.
Con temblor, con miedo, el pie derecho decide dar el paso y
salta. Cincuenta pisos más abajo, unos segundos después su cuerpo arremete
contra el suelo.
Pum.
Empuja el respaldo de la silla con el pié izquierdo. La
silla se vuelca y al instante la cuerda se cierra sobre su garganta cerrando el
aire, en un segundo su corazón se para.
Pum.
La mano se acerca a la boca y descarga ahí las pastillas. Se
las traga. Primero algunos mareos, después un suelo frió que guarda el cadáver.
Pum.
El tren viene por la derecha, a pesar de que éste pita fuerte
indicándole que se aparte. Pero no hace caso y espera el momento adecuado, el
instante, el segundo en el que salta al centro de las vías.
Pum.
Hay miles de formas de quitarse la vida, de abandonar este
absurdo planeta.
Pero la peor de todas, es olvidarse de uno mismo.
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gotas llenas de sentimiento