Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

sábado, 12 de enero de 2013

Hora de preguntarse, que pasará.


No soy de mínimos, ni de máximos, soy de intermedios y finales. Soy consumidora compulsiva de suspiros, creo que quien los fabrique se hará millonario conmigo. Las miradas me confunden y las respiraciones aceleradas hacen de mí un mundo de experiencias incontroladas las cuales me gustaría cortar cual trozo de cristal, tirarlo al suelo y disfrutar del sonido de roto que produce, sentir como los pequeños trozos se clavan en mis pies descalzos y los cortes me producen un dolor que alivia el interior. Soy masoquista, dejando que me arañen y me despojen de la sonrisa, dejando que el suelo frío me guarde en vez de las dulces sábanas de mi cama, soy masoquista cuando salgo a la calle y descubro que voy sola, cuando dejo que los comentarios me modelen y mi alma grite queriendo ser quien es. Soy masoquista. Pero realmente, es lo único que me mantiene viva, mi masoquismo y mis ganas por dejar de serlo, una lucha interior que nunca acaba, y dime ¿qué sería de los guerreros si no hubiera una guerra que pelear, perderían uso y arruinarían sus ganas de vivir? ¿Toda su valentía se iría por el desagüe?  Tengo una lucha interior que no acaba, tengo una lucha que me revuelve las tripas y me arruina las mañanas. Pero soy quien soy, con mis problemas mentales, mis luchas emocionales, con todos mis amantes de alcantarilla y mis príncipes azules que aparecen con los ojos cerrados, soy la mirada de un frío viento y el sol de un cálido rayo, fui, soy y seré la promotora de miles de sonrisas.
“Cuando no quede lucha, no queden sonrisas y no queden amantes, ¿qué será de mí?”
“¿Me renovaré, cambiaré y creceré?”

Cuando eso pase, solo, cree en ti misma. 


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gotas llenas de sentimiento