Es curioso como mi cuerpo, en mayor medida que mi mente, se
preocupa de mis errores, si se pueden nombrar como tal porque finalmente no son
más que una pequeña muesca en un gran tronco. Me doy cuenta, de que es difícil
engañarte a ti mismo y cuando comprendes que lo has hecho, tu propia mente te
abofetea y manda descargas al cerebro para que te resientas por haberte portado
mal. No recuerdo la última vez que mi cabeza estuvo libre de preocupaciones y
en la que mi estómago no tenía un nudo hecho, creo que ese estrago siempre ha
estado ahí, empiezo a pensar que nunca se irá. No me arrepiento de muchas
cosas, después de todo no he cometido grandes faltas contra la humanidad como
para permitirme decir “lo siento” en un contexto adecuado, pero las que he
cometido, las que he causado y por las que más de uno se han molestado, todavía
no alcanzo a entender porque he de pedir perdón, o si lo sé y alego que soy
joven y tengo derecho a equivocarme, lo cual me parece más que correcto, pues
me gustaría ir al pasado de aquellos que nos juzgan y observar si en su momento
no se cayeron ellos alguna vez, estoy completamente segura, de que la respuesta
es sí.
"Es una pequeña verdad, de esas que se hace raro oírlas porque sabes que tengo razón, tal vez, estas mismas palabras ya estuvieran en tu mente cuando las leíste, tal vez y solo tal vez, este sea un simple mensaje mundial, con el cual todos nos sentimos identificados, o a lo mejor, yo soy la rara que piensa que tiene derecho ha caerse antes que recibir una bala de impacto, solo era eso, gracias por leer"
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gotas llenas de sentimiento