Vivimos en una eterna incertidumbre, y la única forma de asumir esa incertidumbre es a través del arte.

sábado, 16 de febrero de 2013

Creo que el oxigeno del mundo se ha acabado.

Mi corazón está demasiado cansado de bombear sangre. Esta caja de resonancia ya solo la recorre el oxígeno que no llega y que hace que mi respiración resulte agotadora. Cada aspiración es un intento fallido de obtener aire para mis pulmones, mi cabeza se agota poco a poco y pienso en que es demasiado pronto para que se haya acabado la energía vital de mis venas. Me sangra la cabeza en una brecha que fue formada al golpearme con tu ventana. Quiero levantarme, mirarme al espejo y decirme “¿Qué coño me pasa?” pero las piernas no me responden y ya no hay oxígeno en esta habitación.

 Hace un par de horas vino ella y lo único que dijo fue “está de adolescente total” esas palabras me dolieron como cuchillos de hielo. He pensado en que lo que me pase sea eso, pero es tan, tan erróneo que hasta se forma en mi cara un intento fallido de sonrisa.

Estoy empezando a pensar que hay un agujero que me atraviesa y hace que todo el aire que entra por mi boca y nariz, salga por el pecho y no llegue si quiera a los pulmones.

Me levanto a duras penas, y me encuentro con un diáfano lugar que no alberga duda de que me vaya a ir pronto, pues ya está todo empaquetado para mi marcha. Mis manos están frías como los muertos, y mi cabeza ardiente como el peor de los vivos. Si abro los ojos, la escasa luz ya me ciega, si los cierro la cabeza crea una orquesta y la espesa negrura me recorre por dentro, por lo que se me hace imposible dormir. Lo mejor de todo, es que en un estado de inconsciencia, se podría decir que estoy bien.


1 comentario:

  1. Esa es la prueba de que amar quema por dentro.
    Es algo turbia,pero no sé,me gustan las entradas así,un beso:)

    ResponderEliminar

gotas llenas de sentimiento