Se frota las manos en sinónimo de frío y mueve los pies cual
muñequita de marfil. Se sienta a la orilla del rio y sonríe cantarina a los
pájaros mañaneros que le dan la bienvenida. El agua corre y algún que otro
pececillo salta animado a contra corriente. Se recoge el pelo en una larga
trenza mal hecha y descarga la mochila un tanto alejada para que el caudal no
llegue a ella y la moje, a pesar de que el rocío ya se ha posado en su
superficie. Los zapatos también los aparta, y la bufanda y la chaqueta. Después
se lava a duras penas tiritando entre gota y gota que roza su estructura.
Tras un rato de escalofríos a conseguido entrar en calor, al
sol de la mañana bajo el puente. Ve todos los grafitis que los jóvenes
borrachos dejan cada noche e intenta entender su significado, finalmente se da
por vencida y deja de pensar en ellos, disfrutando de la luz que calienta su
cuerpo poco a poco.
La sonrisa de la cara se le borra al apreciar que alguien
anónimo rebusca entre su escaso equipaje. Se levanta corriendo y llega hasta el
lugar en el cual el ladrón sigue hurtando. No la ha oído llegar, ni se ha
percatado de su presencia.
- -HE TU- le grita empujándolo a un lado y
agarrando sus cosas con desesperación.
Ella mira la cara del ladrón para saber a qué tipo de alimaña
se enfrenta. Su sorpresa es mayor cuando la cara de ambos es poética. Es uno de
esos chavales que con el espray pintan las alcantarillas.
-
¿Qué intentabas hacer?- pregunta en un susurro
inaudible.
-
Solo buscaba…- se rasca la cabeza, es una
situación incómoda.
-
¿Buscar? Venga, no me lo trago…- dice sarcástica
apoyándose en la risa nerviosa.
-
Te lo juro…- dice, aunque tan poco convincente
que ella se da la vuelta y vuelve a su
rinconcito al sol.
-
¡ES VERDAD!- le grita- ¡YO NO SOY UN LADRÓN!- se
escusa.
-
Si claro…- susurra, pero eso él no lo ha oído.
El chaval agarra el espray de su bolsillo y en un bloque de
cemento justo en frente de ella escribe en tinta negra y con letras grandes.
“ES BERDAD”
Ella ríe, como no ha reído nunca. Las disculpas del chico no
le valen, desde luego que no, las disculpas del chico, son tan erróneas como un
“haber” sin h.
-
¿De qué te ríes?- inquiere él, curioso.
-
Las verdades con b, no me valen.
-
Yo… yo no sé escribir.
-
Yo te enseño. – segura dice poniéndose en pie.
-
¿Qué?
Ella sonríe, coge la mano del chaval y agarra a su vez el
espray.
“AVRIL”
Logra poner en letras enormes por el cemento mojado de
rocío.
- -¿Ese es tu nombre?
- -¿Cuál es el tuyo?
- -Axel .
Y a continuación ella corre a poner debajo de su nombre el
del chaval, si cabe, más grande aún. Después con pequeños saltitos vuelve al
lado del joven para ver con perspectiva su obra de arte y asiente orgullosa.
- -Las lenguas cambian, las reglas de escritura,
todo cambia, todo menos tu nombre. Apréndete pues solo eso que es lo único que
necesitamos para crecer.
Solo importa eso,
la estructura de yeso,
el graffiti del beso,
las miradas de travieso.
Y para mi hueso
impreso
solo soy un preso,
de este suceso.
-Ayúdame a escapar, de esta monotonía maldita-
Estoy flipando.Mucho.No se como elogias mis entradas teniendo una joya tan grande dentro de ti.Escribes historias cortas,pero geniales.Me gustaria ver una historia algo mas larga tuya,creo que mereceria la pena.Bueno,que no te infravalores,porque vales,y mucho.Pero que no te pierda tu ego,porque la humildad te ayuda a mejorar,y no sabes cuanto.Nunca te creas ena cuspide de tu escritura,eso te incita a apalancarte y dejar de mejorar.Escribes amor,un beso(:
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