Todos se habían ido y nadie quedaba en aquella habitación,
la habían dejado a ella sola, con su Vodka y su guitarra. Conecto el
amplificador y un primer acorde llenó el espacio para dejar paso al siguiente,
uno detrás de otro y al final una canción.
Su pelo largo y rubio
británico contrastaba con sus ojos oscuros y tez blanca, acompañada de
labios negros y sobra de ojos del mismo color. Ella tocaba su guitarra haciendo
vibrar los objetos de esa casa en la que no había nadie, pronto llegaría el
vecino a quejarse por el ruido, acompañado de otros tantos con las mismas
pamplinas. Tenía poco tiempo y quería aprovecharlo al máximo, subió el volumen
del amplificador hasta que no oyó ni sus propias palabras y rasgó con las uñas
las cuerdas de metal, miles de acordes sonaban ahora a lo largo de toda la
calle y los vecinos se gritaban para hacerse oír, nadie sabía que pasaba, pues
la música provenía de todas partes, todos se peleaban por obtener la razón y
Mía sonreía desde la habitación, sabiendo que era la causante de toda esa
disputa.
La joven se dijo que ya era suficiente y dejó la guitarra a
un lado, todo quedó en silencio ahí dentro. La chica bebió un par de tragos de
ardiente Vodka negro y se encendió un cigarro para quemar sus ideas una vez
más. Expulsó el humo con sus labios negros y bajó las persianas, la oscuridad
le impidió ver su reflejo en el espejo y se durmió en el suelo con la cabeza
cargada de humo, alcohol y notas.
Su música los vuelve locos, locura dañina.
Hola! Me gustó mucho el texto,tu forma de describir enamora,y aunque el texto no es muy xtenso,deja un mar de imaginaciones en la mente para todo el que se moleste en leerlo.Un beso,sigue asi:)
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